Hubiera sido ideal que Roald Dahl, maestro de la literatura y difusor de la imaginación entre los de mi generación a través de sus libros hubiese nacido en 1924, como el Rayo Vallecano. Sin embargo, nació antes y por supuesto murió antes. Que el Rayo, digo.
Un centenario frío
En su repertorio son recordados “Charlie y la fabrica de chocolate”, “Matilda”, “El gran gigante bonachón”, “Las Brujas”, “Los cretinos”, “El superzorro”, “El dedo mágico”… vaya, que si hubiese nacido en España la lógica indica que hubiese sido fanático de la franja y sus personajillos.
El Rayo Vallecano cumplió nada más y nada menos que 100 años en las postrimerías de mayo y nada hace indicar en ninguna parte que aquello ocurrió.
Telefónica los cumple y está en todas partes.
La Radio en España es centenaria y lo festeja en nuestros oídos.
Murió hace 200 Lord Byron, un romántico que se suicidó tras intentar liberar Grecia y que hubiese desistido en Vallecas.
Hace 400 apareció el primer folio con las obras de Shakespeare.
¿Porqué el Rayo como institución no conmemora nada?
Algo huele a podrido en Dinamarca (y todos sabemos qué es y no, no es la taza de la tienda ni en este caso los baños del estadio aunque podrían serlo).
Aquel partido del centenario, atropellado intento de hacer algo con viejas glorias, feas camisetas vintage y nula gracia fue el pistoletazo de salida y meta de los “actos del centenario”.
Como no pude hacerme con un programa oficial del centenario de la Agrupación haré un resumen de los principales ítem:
Micro arreglo de tres detalles mal hechos en el Estadio y proclamación a tutti mundi de que “el estadio se nos queda pequeño”
Tienda en estado catatónico sin el más mínimo cariño puesto en ella.
Aumento del precio de los abonos sin ningún tipo de justificación más allá de que han subido los precios por la guerra en Ucrania.
Cero presentación de nuevos fichajes.
Menos mal que nos quedó el himno, con preciosa letra compuesta por Ismael Serrano y Luis Pastor y un toque de Ska-P interpretado por los vallecanos de Pota en la Sopa. Ah, no, que lo he soñado.
El aficionado del Rayo pensaba con esa mezcla infantil de ingenuidad e ilusión que todo quedaría olvidado con una camiseta digna y acorde al año en curso. Llegaron entonces las zamarras del “centelogo” y todos pensamos que lo mejor sería jugar con la camiseta del portero, por muy raros que puedan ser sus colores.
Se acaba el verano y la realidad golpea. Hay que buscar bastante para encontrar una tabla con la categoría del femenino. Hay que cruzar los dedos para que la juventud de la cantera rayista pueda competir con unas condiciones dignas , ya que solo con ilusión,las ganas y el talento no llega.
Como colofón a este megacentenario diseñado por el mandamás rayista se tomaron un par de decisiones de calado.
No se reformará ni mejorará el estadio pero se cambiará el palco.
No se reformará ni mejorará la tienda, pero se fichará una estrella, que “justificará” el aumento del precio de los abonos y que hará que, al fin, haya alguna presentación en Vallecas.
Total, un asesinato del centenario franjirrojo “a sangre fría”. como hubiese titulado el mismísimo Capote, Truman para los amigos y que pronto hubiese cumplido también el centenar.
Solo nos queda James, sí, y el melocotón gigante.
