Los que “saben de esto” anunciaron a bombo y platillo, el que pasan para cobrar el fútbol que regalan al chino local y no al chino que tiene aquí un local, que el derbi bueno de la comunidad , el que nadie debía perderse era el que enfrentaba a colchoneros y merengues. El que disputaban pepineros e hijos del caballo blanco podría verse “hasta gratis” dada la escasa “ganancia” del derbi del sur de la M30. Como en todo, menos en vaciar el bolsillo ajeno, se equivocaron.
Leganés y Rayo Vallecano jugaron un partido vibrante, atrevido, divertido, con buen ambiente, lleno de aciertos y de errores en el que nadie puede decir que se aburriera.
Para abrir boca, gol. Roberto López da un pase prohibido, Camello roba y con la joroba llena se olvida de todo, corre, caracolea, se dirige al lado izquierdo y de zurdas cruza la pelota al lado derecho. Grada. Banda. Manteo. Cachondeo. Collejas. Equipo. Familia. (1-0).
Atlético y Real Madrid jugaron un partido feo, cobarde, aburrido, lleno de faltas tácticas y con un repugnante comportamiento del sector ya conocido de la grada local que fue vergüenza mundial.
La franja de la primera parte se acercó al área blanquiazul en casi una decena de ocasiones con Camello y De Frutos como principales protagonistas. James, que debutó como titular fue creciendo y sin brillar demasiado apoyó en la construcción del juego.
El Leganés se desperezó a partir de la media hora de partido e incluso pudo empatar por un error de De Frutos, que “cortó el contraataque ” de su compañero Ratiu para intentar regatear en el borde de su área. Altimira le quitó la pelota y su rosca susurró el palo izquierdo de Batalla.
En el Metropolitano el juego se esperaba pero no estaba.
El inicio de la segunda mitad en Vallecas fue de ataque prometedor. Los de Iñigo fueron rayos, centellas, vendavales. Llegaban en oleadas los De Frutos, Álvaro, Camello e incluso James se animó con el disparo hasta que llegó la pájara.
El Dios del fútbol cogió su sartén con la que manejaba el partido, dio la vuelta a la tortilla y los “Men in Black ” comenzaron a llegar . Lo intentaron Cissé y Haller y lo consiguió Rozier. El lateral francés se internó en la zona de peligro, hizo ver a Álvaro García que le podía robar la pelota y con una mezcla de inteligencia, picardía y potencia lo cargó levemente para dejarlo pasar, puso la pelota atrás y Juan Cruz remató la esférica al único lugar del cruce de Shibuya en el que se había convertido el área chica para establecer el empate (1-1).
Algún locutor dijo en partido histórico que ese Dios era colombiano. Quizá lo fuese porque en los últimos minutos de James en el verde se dieron varios milagros. Rodríguez disputó un balón, hizo un tackle, llegó tarde y la entrada, de naranja medio oscuro fue considerada por el trencilla de amarilla. El enganche franjirrojo, agotado, quiso perfeccionar su arte en la barrida para robar una pelota e hizo de nuevo una falta clara, sin intención de dañar pero merecedora de amarilla para el 90 % de mortales y colegiados. El “uno de cada diez” fue el de Vallecas. La grada colombiana de Vallecas vio aliviada el 10 en el tablón de cambios e Isi Palazón le dio salida.
Iñigo Pérez entendió las señales, sus jugadores también y el partido volvió a la pantalla anterior.
De Frutos, que se había visto privado de un excelente gol por un “orsai” de los de punta de bota, fue un dolor para los pepineros.
Ratiu fue el Cafú rumano, el Maicon que hace ruletas, el tipo que sonríe y al que parece todo importarle… pues eso, un pepino.
Trejo entró y vaya, un cuarto de hora de Óscar es como el Nespresso de George Clooney, mucho.
Embarba, estrellado, lo intentó y Nteka, delantero accidental, no nació para golear. Ni para tirar paredes. Ni para hacer controles. No tuvo su día, digamos, pero sigue jugando los minutos que RDT no quiere jugar a la espera de que Sergi Guardiola le dispute el puesto.
A esas alturas un día después el Madrid se había adelantado con un churro, los cabestros de la grada sur del Metropolitano decidieron dejar de fumar todos a la vez y el portero merengue recibió varios intentos de “mecherazo” . El partido se suspendió durante un rato y yo pensé en el buen rato que nos hicieron pasar los “equipos pequeños” y la vergüenza de los grandes, figurines de sueldo alto y teatralización de ademanes, de cartera grande y pequeña osadía en el campo. El Atleti empató al final con otro medio churro y la gente salió enfadada, triste y decepcionada.
Los dos partidos terminaron con empate a uno , pero el espectáculo ofrecido por Rayo y Lega nada tuvo que ver con lo visto en Canillejas.
Los que “saben de esto” abrieron las puertas las puertas a la democracia y en la votación propuesta al mejor jugador del partido en Payaso Fofó salió vencedor, para sorpresa de nadie y estupor general, James Rodríguez.
Show must go on, o como se dice en castellano, fútbol. Circulen.
PD: Ojo al partido de Augusto Batalla. Ahí hay portero.