En la vida se pueden dar desgracias graves u odiseas leves. En esta última categoría se puede incluir el hecho de que me convocaran a reunión extraordinaria de vecinos el jueves 2 a las 20 horas. Mas que perderme en directo la última media hora del choque, finalmente intrascendente para el resultado final, lo que me molestó es que ninguno de los otros tres vecinos que acudió a la cita de un total de ocho citados mostrara un mínimo atisbo de rayismo ni de empatía. Allí mismo supe que dos de los ausentes, hábiles, delegaron su voto en la presidenta.
Me perdí el rato en el que entró Becerra, salieron los capitanes oficial y caballero, Álvaro y Trejo y se vivió una “Vida Pirata” en la que solazarse y festejar lo que hace mucho no se vivía, noche histórica y justicia deportiva para una franja que llevaba semanas mereciendo victorias que no llegaban para preocupación de su entrenador, Iñigo Pérez.
El Rayo Vallecano venció al Shkëndija por dos goles a cero. Pudieron ser más pero nunca la alegría es completa en la casa del pobre. Un rival frágil y un rato de buen juego con dinamismo y velocidad bastaron para superar al conjunto normacedonio que echó en falta haber tenido a su compatriota Dimi en el arco. Su portero se comió el primer gol, anotado por Unai tras una gran jugada coral. No podía ser otro el goleador sino él, dinamizador del juego rayista, prolongación en la cancha de Iñigo y de Andoni, jugador de clase con toques de barrio, porque esta es una historia de barrio.
Alguno lo sabrá, pero pocos se acordarán. Don Íñigo Pérez Soto debutó como futbolista de élite en 2009 en partido de Copa en Vallecas, con derrota de su equipo, el Athletic Club, barrido por los tantos de Nestor y Sergio, Susaeta y Pachón en ese Rayo de los Cobeño, Michel, Piti, Movilla, Tito, Coke, Aganzo, Lucas Pérez…que se mantuvo sin más en segunda.
Íñigo, en 2011 apartado entre otros inicialmente por Bielsa (hecho denunciado por AFE de quien ahora es presidente Aganzo) se hizo hueco finalmente en un Athletic Club que llegó a disfrutar la final europea contra su sucursal madrileña. En aquel partido participó el canterano Pérez, intentando revertir desde el banquillo lo perdido en la primera parte en la cancha por culpa de un tal Radamel, qué cosas. El brazalete de capitán del conjunto de Lezama lo portó un jugador que también os sonará, Andoni Iraola Sagarna.
En el debut del Rayo en la fase de grupos de la Conference League el brazalete fue lucido en cuerpo y con orgullo por Álvaro García y en alma por Óscar Trejo. Si Michel I de Vallecas dio galones de capitán a Stuani en el debut gironí en Champions, Íñigo puso en cancha a Trejo y decidió la capitanía por veteranía y rendimiento. Su condición recién adquirida de máximo goleador histórico en primera de la franja y la de quizá mejor jugador del Rayo en ese último lustro histórico en lo deportivo le hicieron merecidísimo portador de la banda al 18. Álvaro , inasequible al desaliento fue como siempre un puñal por su banda y Fran Pérez se benefició de ello en el segundo gol. De nuevo movilidad, juego colectivo, llegada por banda, pase de la muerte y gol.
Luego llegó el intento del Pacha, el éxtasis interruptus en el gol anulado a Óscar, el sustillo del Shkëndija, las entradas de Díaz, Ciss, Isi, el internacional De Frutos y por supuesto, Becerra en un mensaje claro, otro más, de Íñigo al palco, hay que cuidar la cantera y la cantera son los jugadores, los medios, los campos, el cariño con el que se hacen las cosas y por supuesto como se trata a las personas. Lo de Trejo de técnico y Becerra de capitán en diez años lo firmaríamos todos.
Tarde bonita en el barrio, con atardecer veraniego para solaz de terrazas y primer paso adelante en la aventura europea de la franja, con próxima parada en Gotemburgo para visitar al Häcken sueco, que no pudo pasar del empate a cero en su visita al Shelbourne irlandés.