En España hay una cosa que preocupa desde hace mucho tiempo: el futuro de las pensiones, lo que pasará con ellas dentro de 20 años. Son muchos los que opinan que se necesitan reformas al sistema actual, porque si no se producen podría haber problemas bajo el peso del envejecimiento y el déficit público, tal y como advierte el economista Manuel Álvarez. El mismo, planea tres posibles fórmulas de ajuste, cada una con sus costes sociales o políticos: recorte a la portuguesa, a la española o a la japonesa.
La presión es cada vez mayor
Sostener el sistema de pensiones en nuestro país es uno de los mayores debates económicos y sociales. En la actualidad hay más de 10,3 millones de prestaciones activas y un gasto mensual que roza los 13.620 millones de euros, lo que hace que la presión sobre la Seguridad Social sea cada vez mayor. El Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que en 2050 el 30% de la población española tendrá más de 65 años. Esta tendencia pone en duda si, dentro de un par de décadas, el sistema seguirá siendo capaz de garantizar pensiones similares a las actuales.
Álvarez, en su libro Pensiones: la promesa rota plantea tres posibles fórmulas de ajuste del sistema. Cada una de ellas ha sido aplicada en diferentes países y ninguna está exenta de costes sociales y políticos.
Los 3 caminos posibles para salvar las pensiones
El economista analiza tres vías para garantizar las pensiones en un país con una hucha agotada y más jubilados:
- Recorte a la portuguesa. Consiste en reducir directamente el importe de las pensiones o suprimir pagas extra. Es un mecanismo rápido que impacta tanto jubilados actuales como futuros, pero su coste social y político es muy alto. Portugal lo aplicó tras la intervención de Bruselas y tuvo una gran contestación por parte de la sociedad.
- Recorte a la española. Ya forma parte del panorama nacional. Supone retrasar la edad de jubilación y endurecer los requisitos de acceso. La reforma de 2011 y los cambios de 2023 han elevado de forma progresiva la edad legal hasta los 67 años en 2027, al tiempo que se amplía el periodo de cómputo global de la pensión. El objetivo es claro, aumentar los años de cotización y reducir el tiempo de percepción. Sin embargo, genera desigualdad entre generaciones y penaliza a quienes tienen una esperanza de vida más baja, habitualmente las rentas más modestas.
- Recorte a la japonesa. Se trata de no revalorizar automáticamente las pensiones según el IPC. En economías deflacionarias como la japonesa tiene lógica: si los precios baja, las pensiones se revalorizan de facto. Pero, en España, donde la inflación erosiona con fuerza el poder adquisitivo, este modelo sería un castigo especial para aquellos pensionistas que tienen las rentas más bajas.
¿Habrá pensiones en 20-30 años?
Es la pregunta del millón en encuestas, tertulias y cafés de barrio: ¿tendrán pensión los jóvenes actuales cuando les llegue su edad de jubilación? Los expertos señalan que la clave está en combinar medidas. Álvarez insiste en que no existe una receta mágica, ni los recortes directos, ni los retrasos en la edad de jubilación, ni la ausencia de revalorización resuelven por sí solos el problema. La solución pasa por diversificar, impulsar los planes de empleo colectivos, que ya suma casi tres millones de partícipes, y diseñar un sistema multipilar que complemente la pensión pública.
En definitiva, el futuro de las pensiones en nuestro país dependerá de si se toman decisiones valientes en la actualidad, antes del que el peso del envejecimiento convierta la promesa de una obligación digna en una quimera.
