De la forma que sea, frito, cocido o como ingrediente clave para otras recetas, el huevo es un producto básico de la cocina española y desde la Fundación Española de Nutrición (FEN) se le considera como una importante fuente de proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales esenciales.
Así, con cerca de seis gramos de proteína de alta calidad por unidad, es un alimento recomendado tanto para mejorar el rendimiento físico como para mantener la masa muscular. No hay duda de sus beneficios, pero antes de consumirlo, al igual que con otros productos, debemos de tener en cuenta de que se encuentra en un estado óptimo para el consumo. Y es que la ingesta de huevo en mal estado conlleva un alto riesgo para la salud y puede producir en la persona que lo consume una intoxicación alimentaria, con malestar estomacal, náuseas, diarrea, vómitos o escalofríos como alguno de los síntomas que se pueden desarrollar.
A la hora de conocer si un huevo es apto o no para el consumo no hay una regla exacta, ya que existen pocas alteraciones que no se ven a simple vista. Sin embargo, si la cáscara no presenta roturas o fisura y el huevo está dentro de su fecha de consumo preferente, no hay que dudar de su estado y podemos comerlo.
Métodos para saber si se debe consumir o no
Para evitar problemas de salud, lo mejor es asegurarse del buen estado del huevo. Así, hay ciertos métodos con los que se consigue identificar si el huevo es apto o no para el consumo. Uno de los trucos caseros más comunes es el de sumergirlo en agua. Si el huevo se hunde, se entiende que está fresco y apto para su consumo. Si flota, el huevo está más cerca del final de su vida útil, aunque no quiere decir que sea peligrosos.
Esta prueba, la de sumergir el huevo en agua, es importante realizarla cuando vaya a ser consumido porque mojar huevos que no se vayan a consumir en el momento, con independencia del motivo con el que se haga, puede aumentar el riesgo de contaminación alimentaria.
Más pistas
Además, las características del huevo también pueden servirnos de pista para saber si el estado del mismo es idóneo o no para comerlo. Si cuando se abre este desprende un olor desagradable hay que desecharlo de inmediato. Estamos ante un claro indicio de que se encuentra en mal estado. Otro factor a tener en cuenta es la separación de la clara y la yema. Si se realiza sin complicaciones, el huevo está en perfecto estado. En cambio, si ambas partes del huevo no se distinguen conlleva que no es apto para el consumo.
La frescura también se puede evaluar observando el movimiento de la yema. Si se mueve fácilmente estamos ante un huevo fresco. Si, por el contrario, permanece estática y sin vibración, lo mejor es no consumir ese huevo.
La cantidad de huevos que se debe comer a la semana
Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) se recomienda a las personas que no tienen problemas de salud consumir hasta siete huevos por semana, lo que equivale a uno diario. Este nivel de consumo se considera seguro y no se ha demostrado que aumente el riesgo de desarrollar problemas cardíacos en individuos sin afecciones preexistentes. Es más, algunas investigaciones consideran que el consumo regular de este producto podría estar relacionado con un menor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares.
Para aquellas personas que padecen colesterol alto o enfermedades cardiovasculares, las recomendaciones son más restrictivas. En estos casos se aconseja limitar el consumo a tres o cuatro a la semana, con el objetivo de evitar un incremento significativo del colesterol en sangre.
