Hay muchas creencias populares acerca de la dieta y la salud digestiva, mucho más desde que las redes sociales tienen tanto valor. Gran parte de estas ideas se dan por ciertas porque están arraigadas en la sociedad e incluso se han consolidado por la presión de la publicidad, que ha ocultado información con el simple objetivo de vender sus productos.
Ahora, las especialistas Alejandra Pou, nutricionista, y Esmeralda Rubio, digestóloga, nos ayudan a romper con algunos mitos y lo hacen aportando datos para una mejor salud nutricional y digestiva.
¿Qué es lo que más nos conviene cenar?
De acuerdo con Pou, “hay que comenzar hablando de los hidratos de carbono” ya que uno de los mitos más frecuentes atañen a los mismo. Quienes van a su consulta quieren saber “si es cierto que si los comen por la noche engordan más” que si lo hacen a otra hora del día. La nutricionista dice que este producto “tiene las mismas calorías por la mañana, que en la comida o en la cena, lo que sí es verdad es que cuando nos vamos a dormir nuestro cuerpo descansa y no gasta tanta energía como durante el día”. Así, este exceso de energía “se va a almacenar en el tejido adiposo del cuerpo, donde se conservará en grasa”.
Para Rubio, “una cena copiosa puede ser mala, además, porque el tubo digestivo necesita mucha más energía para digerir, por ejemplo, una panceta con huevos fritos que para digerir un filete a la plancha. Te vas a dormir, te vas a descansar, tu tubo digestivo también quiere descansar, con lo cual no va a tener disponible ese extra de energía y vas a pasar mala noche”. Estos platos, al igual que una ensalada por ser rica en fibra, son difíciles de digerir y por tanto es mejor comerlos durante el día.
Cada persona es un caso
De acuerdo con Rubio, “cada persona deberá adaptar las normas generales a su caso particular. Si a una le dices que debe beber dos litros de agua al día, eso no es aplicable a un enfermo de los riñones. O una persona con acidez, a la que no le puedes recomendar cenar gazpacho”. Para ella, “no hay alimentos que engorden más o menos por la noche, es que hay que cenar lo que permita al cuerpo descansar; no es fisiológico pedirle al estómago que por la noche haga una digestión de huevos fritos con chorizo”.
¿Son los productos light tan saludables como se piensa?
La nutricionista Alejandra Pou tiene claro que “no todos”. Y para ello recomienda “fijarse en los ingredientes ya que por ejemplo hay casos de yogures desnatados o light que si son con sabor a piña, u otra fruta, tendrán el equivalente a tres o cuatro terrones de azúcar, por lo que ya no es saludable”. Por tanto, “no hay que asociar light con saludable”. Para Pou, “que sea light significa que le han disminuido el porcentaje de grasa, pero puede que le hayan añadido más azúcar o edulcorantes para que sea más palatable”.
Por su parte, Esmeralda Pou señala que los edulcorantes “son malísimos y desde el punto de vista digestivo sientan mal, además de ser malos para la salud”. Para ella hay que tener en cuenta que “una marca va a querer que su producto sea muy degustable y que al consumidor le guste. Si no lo consigue con azúcar lo conseguirá con otra sustancia que siga siendo atractiva y que tal vez no sea sana. Pasa muchísimo con los refrescos esos ‘cero’, sin cafeína ni azúcar, ni… ¿Pero sabemos que sea saludable lo que se ha añadido? No es saludable ni es mejor que la versión de ese refresco que no es ‘cero’”.
En conclusión, para Pou “para saber si un light es bueno, es tan fácil como mirar el etiquetado. En teoría, a un producto light se le ha quitado un porcentaje de grasa y puede que se le haya añadido otro ingrediente. El problema viene cuando le quito grasa pero le añado azúcar o edulcorante, o aceites de mala calidad”.
