Carlos González es un pediatra que intenta hacer entender a los mayores el mundo de los pequeños en diferentes aspectos y uno de ellos es el alimenticio. Muchos son los padres que han ido a su consulta porque se han leído alguno de sus nueve libros y tienen dudas de si están actuando de forma correcta con los pequeños. La alimentación es uno de los temas más recurrentes y este experto intenta ayudar las familias en sus dudas.
¿Qué hay que hacer si un niño no come?
Para González, hay que tener claro que “los niños sí que comen, a no ser que estén muy enfermos”. La forma de distinguir si lo hace o no es por el peso, “eso no engaña, no hay milagros”. Por tanto, en el momento que se observe que el niño comienza a perder peso es porque no se alimenta y por tanto “hay que llevarlo al médico”. Pero si está feliz, juega y salta, gana y pierde peso, esto quiere decir que “sí que come, aunque parezca que no”.
Una relación directa tiene con los adultos, según González: “Nadie va al médico para que le diga que cantidad tiene que comer de cada cosa, salvo si se padece una enfermedad concreta”. Si los padres insisten constantemente al niño con que comas un poco más, esa obligación hace que se rebele y puede dar lugar a situaciones no deseadas.
La fruta ¿obligatoria?
Para el experto, “jamás y bajo ninguna circunstancia” porque tampoco a un vegetariano se le obligaría a comer pollo. Al igual que a un adulto “se le respeta” cuando dice que no comerá un determinado producto, lo mismo debe ocurrir con los más pequeños: “Si no quieren fruta, pues que no se la coma”. Y añade que obligarlo a comérsela “es la mejor manera para que la odie y no la coma jamás”.
Los gustos van cambiando
Como pasa con los adultos, los niños atraviesa fases en sus “preferencias alimentarias”. Es a partir de un año o añado y medio cuando comienza a decir que no quieren comer una cosa u otra, reduciendo su dieta hasta el típico “menú infantil” que les ponen en los restaurantes. No se pretende que todos los días coman pasta, hamburguesa o algo por el estilo, pero el día que toque “comerá más que cuando sean espinacas, acelgas o merluza hervida”. Para él, no hay que hacer nada, un día comerá más y otro menos. Pero nunca hay que insistir.
Para González, la obsesión de los padres por la comida sana “hace que estemos consiguiendo que los adolescentes coman cada día peor, las cosas que una pediatra nunca recomendaría, porque se ha conseguido que odien la fruta”.
¿Se debe insistir en ciertos alimentos?
De acuerdo con el pediatra, hay algún estudio que dice que “es más fácil que los niños prueben cosas si las ven muy a menudo”. Así, los pequeños de un año y medio, dos y hasta llegar a la adolescencia, suelen rechazar de entrada los alimentos que son nuevos o desconocidos. Y se ha comprobado que “la mejor manera de que lo acaben probando es ponérselo delante varios días y que haga lo que quiera”. Por el contrario, como no se debe actuar ya que conllevará que el niño no pruebe un alimento jamás es ofreciéndole un premio: “Si le dices que si prueba ese pescado le compras una pelota, es más difícil que lo pruebe a que si no se le da nada”. Todo porque “si me dicen que coma esto a cambio de un juguete, lloraré por el juguete y no me comeré lo que hay en el plato”.
