Si nos paramos a pensar en la persona más inteligente de la historia, más allá de aquellas personas que tenemos a nuestro alrededor, se nos vienen a la cabeza nombres como Albert Einstein, Leonardo da Vince o Stephen Hawking. Pero quizá no reparamos en William James Sidis, la persona más inteligente de todos los tiempos. En cuanto al conocimiento humano, pocos nombres resuenan con la singularidad de William James. Su historia no es únicamente la de una mente excepcional, también es un reflejo de cómo la sociedad suele malinterpretar las cosas y margina a quienes que se desvían de lo que se considera normal. Así, entender la vida de Sidis requiere saber sobre su familia, en especial sobre su padre, Boris Sidis, que tuvo una influencia decisiva en su desarrollo intelectual.
Bajo la tutela de Boris Sidis
Una de las preguntas que siempre nos hemos hecho es si un genio nace o se hace. Es una cuestión que sin problema podría tener ambas respuestas. Porque Boris Sidis tenía cualidades excepcionales, innatas, pero también fue educado con la idea de ser un superdotado.
Boris emigró a Estados Unidos y su matrimonio con Sarah Mandelbaum fue el punto de partida de una pareja intelectualmente formidable. Boris, que era graduado en Harvard, se especializó en Psicología, aportando idas significativas en el tratamiento de las psicosis funcionales y la psicología anormal.
La infancia de William Sidis
Los primeros años y la adolescencia de William estuvieron marcados por la consecución de objetivos académicos sin precedentes: dominó múltiples idiomas, mostró una comprensión avanzada de conceptos matemáticos y fue admitido en Harvard a los 11 años de edad.
Pero no fue todo positivo, porque hubo aislamiento y desafíos emocionales, lo llevó a plantear desafíos emocionales e interrogantes sobre el equilibrio entre la genialidad y la salud mental. La intensa atención mediática y la presión para cumplir con las altas exigentes expectativas de sus padres contribuyeron a serios problemas de salud mental.
La fama y la inteligencia durante la etapa adulta
Para Sidis, la inteligencia fue una maldición. Conforme iba creciendo, sus deseos de tener una vida normal chocaban con la demanda de una sociedad que estaba fascinada por su genio. Así, una vez graduado, evitó los focos y optó por empleos de bajo perfil y cualificación, incluso ocultando su identidad.
A pesar de su retiro de la vida pública, Sidis realizó varias aportaciones importantes en varios campos. Desarrolló trabajos en áreas como la historia de los pueblos nativos americanos y propuso teorías en Física y Matemáticas. Su libro Lo Animado y lo Inanimado especula sobre la existencia de universos con leyes termodinámicas inversas, una idea que se adelantó a su tiempo. A pesar de todo ello, no explotó todo su potencia. No realizó contribuciones significativas a la ciencia o la academia en la forma que muchos esperaban por su capacidad intelectual.
¿Cuál era el coeficiente intelectual de William Sidis?
Se cree que el coeficiente intelectual de Sidis se situaba entre 250 y 300, superando de manera clara el estimado para figuras como Einstein. Pero se trata de una cifra que está basada en relatos de terceros y en métodos de evaluación que han ido mejorando con el paso del tiempo. De acuerdo a sus capacidades y logros, estarían cercano o alcanzando los 200.
Viendo como fue la vida de William Sidis se puede observar como poseer una inteligencia extraordinaria con asegura la felicidad o el éxito esperado. La experiencias que tuvo que vivir hacen plantear cuestiones de gran relevancia en cuanto a cómo educar a los niños prodigio y cómo la sociedad ve y valora diferentes tipos de inteligencia.
