Están circulando muchas informaciones, sin contrastar, sobre el motivo de cierre de los bazares chinos. Estos no echarán el candado porque se avecina una gran crisis económica, una pandemia o una guerra. La verdad, como siempre, es mucho más sencilla: el cierre de muchos de estos establecimientos en nuestro país se debe a una serie de factores económicos como la inflación, el aumento del salario mínimo, la subida de los alquileres y, sobre todo, una mayor presión fiscal.
Durante muchos años, los bazares chinos han sido un pilar básico del pequeño comercio en gran parte de los barrios de toda la geografía nacional. Su modelo de negocio, basado en productos económicos y una gestión familiar, había logrado resistir a crisis importantes. Pero ahora muchos se están viendo obligados a tener que cerrar.
Como cualquier otro pequeño negocio en España, en los bazares chinos la inflación ha impactado de lleno porque encarece la mercadería, repercute en el transporte y en otros suministros del funcionamiento diario. Un daño importante teniendo en cuenta los pequeños márgenes de beneficios que suelen tener estos negocios.
Este panorama ha generado una pérdida de competitividad ya que los clientes han reducido sus compras al priorizar productos de primera necesidad, lo que ha conllevado caer los ingresos de los bazares.
Ahogados por la presión fiscal
Otro de los factores importantes en lo que está sucediendo con los bazares es la presión fiscal. Los autónomos chinos, al igual que otros pequeños empresarios, ha visto como se han endurecido los controles y las obligaciones tributarias. Esto incluye declaraciones más estrictas, inspecciones más frecuentes y una menor flexibilidad administrativa.
La inflación y los impuestos están acabando poco a poco con la viabilidad de los bazares, que ya no pueden mantenerse con los mismos recursos y estrategias de hace apenas una década.
Falta de relevo generacional
Los bazares chinos, tradicionalmente, eran negocios familiares en los que participaban varias generaciones. Sin embargo, a día de hoy, los hijos de muchos de esos primeros emprendedores no tienen la intención de continuar con el negocio y tras una formación universitaria optan por empleos con horarios más regulares y menos exigencia. Esta falta de relevo generacional también está siendo importante a la hora de acelerar el cierre de este tipo de negocio. Sin mano de obra familiar dispuesta a seguir con la tradición, son numerosos los dueños que prefieren cerrar antes de contratar a otros empleados externos, lo que aumenta el coste y la complejidad administrativa.
Cambios en los hábitos de consumo
Los consumidores también han cambiado su manera de realizar la compra. El auge del comercio electrónico y la digitalización han reducido de manera considerable la afluencia de los clientes a las tiendas físicas. Hay diferentes plataformas, entre ellas Temu, Shein y Amazon, en las que se pueden adquirir productos similares con envío a domicilio y en ocasiones los precios son más bajos.
Por el contrario, muchos bazares siguen funcionando con modelos analógicos y con una oferta que ya no parece tan atractiva para las nuevas generaciones.
Un modelo de negocio que necesita reinventarse
No todos están cerrando, hay negocios que están intentando adaptarse a los nuevos tiempos y algunos han comenzado a especializarse en productos más sencillos, como tecnología, hogar o papelería. Hay quienes optan por sistemas de pago electrónicos, promoción en redes sociales y catálogos digitales. Pero la transición ni es fácil ni está al alcance de todos. Ya no sólo por motivos económicos cierran, también por la falta de innovación, rigidez legal y el aislamiento empresarial.
