Carmen García Ribas es la autora de El síndrome de Maripili, libro en el que habla de una mujer, Maripili, de cualquier edad que desea agradar a todo el mundo, que lucha a diario por ser buena en cada uno de los papeles que le ha tocado ejercer durante su vida. Lo hace a pesar del desgaste extremo tanto a nivel físico como psíquico y que le pasa factura cuando recibe un mensaje de rechazo o de censura. Lo que se pretende en este libro es identificar este síndrome para poder vencer las actitudes de autosabotaje, algo no consciente que afecta tanto a mujeres universitarias como profesionales, que tienen “miedo a no ser queridas o a no complacer las expectativas del entorno” y esto se cruza en su vida laboral y las limita.
García Ribas critica a las mujeres que practican estas prácticas para acercarse al modelo que “se cree más aceptado” ya que “las características femeninas aportan tanto valor a las estructuras empresarias y a la sociedad en general que deben ser reconocidas”. Para la autora, “el liderazgo femenino crea tendencias en todo el mundo, tanto en la empresa como en política”.
Cómo se pierde el miedo a no gustar
Andrea Acha, periodista y formadora digital, creo que es fundamenta quitarse de encima ese necesidad de aceptación externa y confiar en una misma “porque cuando nos centramos en buscar la aceptación externa, nos alejamos de nuestra autenticidad, de lo que realmente somos y podemos aportar”.
Para Alba Cardarlda, psicóloga, que hay que aprender a decir no, puesto que “solemos callar lo que nos gustaría decir porque no encontramos una manera asertiva de hacerlo. Nos autorreprimimos y lejos de reducir la intensidad de nuestras emociones, aumenta en nuestro interior y vamos acumulándola hasta que explotamos como un volcán y la expresamos de la peor forma. Es entonces cuando causamos daños y nuestras relaciones se deterioran”.
Añade Cardarlda que “tenemos derecho a establecer límites, pero no de cualquier modo”. Para ello ha que tener en cuenta “las emociones de los demás y las nuestras propias, con las palabras precisas y el momento adecuado”. Esto es clave ara que “los límites sean sanos y nos ayuden a construir, no a destruir, relaciones tanto con los demás como con nosotros mismos”.
Relación directa con el poder
Sin duda, las expertas en este tema identifican la relación de agradar con el poder. Reshma Saujani, empresaria y escritora, asegura que “las cualidades que nos gustan de las mujeres (modestia y humildad) no son las que obtienen reconocimiento profesional. Las cualidades que nos suelen gustar de los hombres (confianza en uno mismo, asertividad, pedir directamente lo que quieres) son las mismas cualidades que defendemos en el mundo de los negocios, son las que nos hacen avanzar en nuestras carreras”.
Por tanto, de los hombres la idea que se tiene es que deben ser asertivos y confiados en sí mismos, mientras que las mujeres la imagen que se proyecta es de la cariñosas y colaboradoras. Por tanto, cuando una mujer alcanza el poder y va en dirección contraria a esas expectativas se enfrenta al rechazo de hombres y mujeres. Por eso, para que el Síndrome de Maripili deje de existir, no sólo tendrán que abrazar las mujeres la asertividad, también cambiar la sociedad su forma de pensar sobre cómo debe ser una mujer en un puesto de liderazgo. Y es que, aseguran varias expertas, cuando se pone la responsabilidad sobre una mujer, en sus hombres seguirá cargando no sólo una nueva carta, también la culpa.