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Desarrollan una piel que permite que las máquinas sientan dolor: así es el desafío a todo lo que conocíamos sobre robótica

por Antonio R.
21 de junio de 2025
en Sociedad
Desarrollan una piel que permite que las máquinas sientan dolor

Desarrollan una piel que permite que las máquinas sientan dolor

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Si pensábamos que lo habíamos visto todo, nada de eso. Al menos es lo que parece. Pocos podrían imaginar que un robot podría llegar a sentir y ha llegado ese momento. Ya nos encontramos en ese instante, algo que la ciencia ficción no se atrevió a escribir. Así, investigadores de la Universidad de Cambridge y del University College de Londres han desarrollado una piel robótica que no solamente siente, sino que también tiene la capacidad de procesar el dolor.

Lo han conseguido con un gel flexible y conductor que convierte toda la superficie de una mano robótica en un único, gran y sensible sensor. No se trata de sensores dispersos ni tecnología modular, aquí cada centímetro de piel siente y lo hace con una sensibilidad pasmosa: más de 860.000 diminutas vías para detectar presión, calor, frío o cortes.

La piel que siente desde un toque suave a una puñalada de bisturí

Lo más fascinante es que esta piel no requiere de una integración compleja. Se pone como un guante sobre la mano robótica y convierte a la máquina en algo que es, peligrosamente, muy parecido a un ser humano. En cuanto a nivel técnico, hablamos de detección multimodal, es decir, la capacidad de un solo material para registrar diferentes tipos de estímulos táctiles.

Hasta la fecha, esto se podía conseguir con sensores especializados que eran muy caros, además de frágiles y poco eficientes. Pero con este nuevo material, un hidrogel suave y eléctricamente conductor, se cambia todo el panorama. Lo hace con apenas 32 electrodos colocado en la muñeca, suficientemente para recopilar más de 1,7 millones de datos en pruebas de laboratorio.

Así, desde un toque suave hasta uno mucho más contundente, como una puñalada de bisturí, esta piel lo siente todo. Y con el aprendizaje automático es capaz de interpretar señales con notable precisión.

Cuestiones filosóficas

Uno de los aspectos más intrigantes de este asunto, a la vez que perturbador, es que esta piel no se confirma con detectar, sino que también puede distinguir el dolor. No se trata de un sufrimiento consciente, pero sí de una capacidad mecánica que le permite diferenciar entre un contacto amable y un daño potencial.

Este aspecto plantea algunas cuestiones filosóficas que todavía no se pueden responder: si una máquina siente daño y lo evita, ¿estamos ante una forma primitiva de instinto de conservación? ¿Qué implicaciones éticas tiene un robot que detecta que lo estás haciendo sufrir?

Por otro lado, los usos potenciales son tan variados como asombrosos. Desde robots de asistencia con un tacto más natural y seguro, hasta prótesis humanas capaces de devolver el sentido del tacto, pasando por aplicaciones en entornos extremos con el rescate en catástrofes o la exploración. Nos podemos imaginar un robot bombero que pueda sentir si una superficie está demasiado caliente o un operario automatizado que detecte una fuga de gas por el cambio de temperatura antes de que nadie lo note.

Lo que viene, más realismo, más humanidad

Lo próximo que llegará, según dicen los investigadores, será el mejorar la durabilidad del material y ponerlo a prueba en tareas del mundo real. Aunque todavía no iguala la sensibilidad de la piel humana, los expertos aseguran que supera con creces cualquier sistema robótico táctil disponible en estos momentos.

La ciencia ficción ha sido una fuente constante de inspiración para los ingenieros, pero si algo está claro es que cada vez cuesta más distinguir entre lo que imaginamos y lo que ya es real. Ya un robot puede sentir calor, frío y daño… veremos lo que pasa mañana.

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