Para muchos, la pandemia y esos largos meses de confinamiento están olvidados, casi no se recuerdan. Pero para otros están muy presentes, sobre todo si lo que están buscando es una vivienda. Y es que la pandemia supuso un cambio importante en las prioridades y reforzó la idea de los espacios al aire libre, terrazas, balcones o una buena orientación. Pero uno de los puntos que más se busca, es la piscina. Esto ha pasado de ser un elemento de lujo a convertirse en una prestación frecuente según indican los expertos: “Una piscina representa confort, exclusividad y un espacio para el ocio familiar.
Aquellas propiedades que no disponen de piscina suelen descartarse en primeras fases del proceso por compradores exigentes, sobre todo si el inmueble se sitúa fuera del núcleo urbano y pertenece al segmento alto del mercado”, indican desde Gilmar Pozuelo. Añaden desde Tinsa by Accumin que su ausencia, si lo que se busca es vender una casa, “puede suponer una penalización”. Con ella, la propiedad puede multiplicar su valor un 55%.
Ahora la piscina se considera algo necesario
La piscina está tan interiorizada en el mercado que ya no se valora un lujo y sí como una prestación necesaria sobre todo en promociones plurifamiliares. De acuerdo a los datos del sector, las propiedades con piscina cuestan un 55% más que aquellas que no tiene, pero es una diferencia no homogénea ya que en Madrid el impacto apenas alcanza el 5% mientras que en ciudades como Barcelona, Teruel o Bilbao la breca supera el 60%. En lugares como Tenerife, el precio puede duplicarse.
Si hablamos del mercado del alquiler, el efecto también se nota: las rentas suben entre un 15% y un 30% sobre todo en las zonas turísticas y de costa, donde contar con una piscina se ha convertido en un requisito imprescindible para muchos inquilinos.
La escasa oferta, un problema
Pero este cambio de preferencias tiene un obstáculo importante, la escasez de oferta. De acuerdo con su último estudio, sólo el 24% de las viviendas en venta en nuestro país dispone de piscina, algo que influye especialmente en la presión sobre el precio. Una tendencia que seguirá subiendo a medio plazo, como ocurre con otros elementos que refuerzan el confort y el ocio dentro del propio hogar. El temor a veranos largos y calurosos le ha dado todavía más valor a la piscina.
La demanda del alquiler con piscina también se intensifica, sobre todo durante los meses de primavera y verano. Al igual que los compradores, los que buscan alquilar desean tener servicios que aporten bienestar y ocio sin salir de casa.
Los sobrecostes, a tener en cuenta
El atractivo de tener una piscina en casa también tiene su punto negativo y está asociado al gasto económico mensual, que puede oscilar entre los 1.000 y los 1.500 euros, dependiendo del tamaño, tipo de gestión y uso. Un gasto que no está al alcance de todas las economías familiares, ni que todos están dispuestos a asumir. A pesar de esto, todo indica que habrá zonas, urbanizaciones de costa o área periurbanas, en las que la piscina aporta un valor diferencial y la oferta sigue siendo limitada. Por ello, la demanda se mantendrá fuerte.
El mayor impacto en precio y demanda se sigue registrando en las áreas de costa y alta influencia turística. En Baleares, por ejemplo, el 47% de las viviendas en venta cuentan con piscina y el precio medio ha subido un 12%. En la costa andaluza y la de canarias, la diferencia de precio puede estar en el 10% anual. Pero también se busca eso en el interior, con veranos intensos en los que una piscina marca la diferencia, con sobreprecios que están sobre el 50% y el 60%.
En el norte y el oeste de España la piscina también incrementa de manera notable el valor de la vivienda, sobre un 10%.
