Estamos en un momento en el que las redes sociales se han convertido en protagonistas, para bien y para mal. Hay gente que las utiliza para contar cualquier cosa de su vida y no repara en las consecuencias. Y es que algo que parece tan inofensivo como colgar una foto, puede tener detrás mucha información para los amigos de lo ajeno, los delincuentes.
Esta acción puede desencadenar en problemas para la persona que la ha subido, que van desde el robo de identidad digital hasta cosas más graves. Por ello, los expertos en ciberseguridad recomiendan que no se suban nunca a redes sociales fotos de documentos que contengan información personal identificable, se hay pixelado o no cierta información. Y es que es muy fácil revertir las ediciones y extraer los datos necesarios.
Información precisa para el ladrón
A pesar de la advertencia, es común ver a la gente compartir fotos de sus documentos personales en redes sociales, ya sea de forma parcial o censurada. Estas personas desconocen que dejan un rastro para los amigos de lo ajeno. Todo porque la mayoría de los smartphones y cámaras digitales, por defecto, incluyen metadatos: información sobre el dispositivo, la configuración de la cámara, y, crucialmente si no se desactiva, las coordenadas GPS exactas de dónde se tomó esa foto. Esto quiere decir que se está revelando la ubicación precisa del domicilio, lugar de trabajo o el sitio en el que se guardan esos documentos, una información que es un tesoro para los ladrones.
Al igual que la sociedad, los métodos de los ciberdelincuentes han avanzado. Ahora disponen de herramientas sencillas y accesibles para descargar una imagen de redes sociales y extraer todos los metadatos posibles en cuestión de segundos, por lo que pueden conseguir información muy valiosa como la geolocalización sin hacer demasiado esfuerzo.
Otro clásico del riesgo digital es la foto de un billete de transporte o la entrada a un evento. También contienen una cantidad de información personal que rara vez se tienen en cuenta: nuestro nombre completo, el destino, las fechas del viaje, a menudo el número de asiento, la compañía, el número de reserva (localizador) y, en el caso de los viajeros frecuentes, incluso números de programas de fidelidad. Compartir esto en redes sociales es como dejar una copia del DNI y agenda en un tablón de anuncios para que cualquiera pueda acceder.
El peligro real está en el localizador o número de reserva. Con el mismo y con el apellido se puede acceder a la gestión de la reserva en la web de la compañía y obtener datos de contacto e incluso cambiarlos y cancelar servicios, cayendo en fraudes o suplantaciones de identidad.
Lo que no se debe subir a las redes sociales y cómo revisar los datos
Lo primero y más importante en cuanto a seguridad es ser consciente de lo que se comparte. Como regla general, los documentos que contengan información personal identificable, pixelados o no, no deben ser subidos a redes sociales. Esto incluye: DNI, pasaporte, permiso de circulación, tarjetas bancarias, facturas, contratos, documentos médicos y cualquier otra identificación oficial o papel con datos privados. Lo mismo ocurre con los billetes de transporte y entradas a eventos.
Además, hay que revisar la configuración de privacidad de los perfiles de redes sociales y, fundamental, desactivar la geolocalización en la cámara del teléfono cuando se vaya a fotografiar algo sensible o al menos limpiar los metadatos antes de compartir la imagen. La seguridad en el ámbito digital comienza con la autoconciencia y la prudencia: cada foto es una cesión y tomar la correcta es la primera línea de defensa contra aquellos que buscan en la sombra de internet para lograr fines ilícitos.