Una isla que nadie lograba encontrar dos veces. De ella hablaron durante siglos marineros, cartógrafos y frailes, que aseguraban que se encontraba en el extremo oeste de las Islas Canarias. Es más, del siglo XV al XVIII, numerosos navegantes portugueses y castellanos, también corsarios, aseguraban haber divisado una isla en el horizonte occidental mientras recorrían la costa africana del sur. Algunos habían recorrido sus exuberantes bosques, pero tras irse, la isla desaparecía y todo era mar abierto. Así surgió la leyenda de la isla de San Borondón.
Así nació la leyenda en las Islas Canarias
El mito se remonta a la Edad Media y decía que el monje de Brandán el Navegante, de origen irlandés y también conocido con San Brandán, había llegado a un tierra paradisíaca en su viaje por los mares desconocidos del sur en busca del Edén. En dicho lugar encontró una vegetación extraordinaria, fuentes de agua pura y un clima milagrosamente benigno. Aquella tierra mítica recibió el nombre del navegante, San Brandán. Y esto derivo en San Borondón.
La leyenda se convirtió en algo tan persistente que incluso figura en mapas oficiales de la época. San Borondón aparece representada en mapas de la costa de África, en ocasiones como parte del archipiélago canario. Hasta allí se hicieron expediciones con el objetivo de localizarlas. En el año 1570, por ejemplo, Felipe II autorizó una misión para confirmar su existencia, pero fracasó, como todas las demás. Pero esto no hizo que el mito se viniese abajo, todo lo contrario. Cada expedición que regresaba sin cumplir con el objetivo alimentaba más el deseo de otras de encontrar la legendaria isla, cuyo mito sigue vigente a día de hoy.
Tiene su explicación el mito de San Borondón
Es inevitable preguntarse si existe alguna explicación detrás de esta historia o simplemente se trataba de leyendas de los marineros de la época. La respuesta que se da en la actualidad es que, aunque sin duda hubo una importante carga mítica, puede que no fueran sólo delirios.
Una de las posibilidades es que las supuestas apariciones podían ser consecuencia de efectos ópticos conocidos como espejismos marítimos o fata Morgana, que pueden deformar la silueta de islas reales, como las cercanas La Palma o El Hierro, y proyectarlas en el horizonte en condiciones específicas de luz y temperatura. Un fenómeno natura que crea la ilusión de que hay más islas de la cuenta.
Por tanto, lo que veían aquellos marineros no era una isla diferente, sino La Palma o El Hierro, que deformadas por el espejismo, daban la impresión de ser una diferente. Al verse sólo si se daban determinadas condiciones climáticas, era poco probable que al volver con otra expedición se dieran las condiciones climáticas necesarias para avistarla de nuevo.
Atendiendo a esto, ¿por qué la gente decía haber estado en San Borondón? La respuesta a esto es de fácil explicación: es posible que desembarcaran, pero sin saber en qué isla lo hacían. Las Islas Canarias eran todavía poco conocidas por los navegantes castellanos, que tardaron mucho tiempo en explorarlas en profundidad.
Más allá de la explicación científica, si la historia de San Borondón se ha mantenido en el tiempo es por su fuerza como símbolo ya que representa el deseo humano de hallar un paraíso oculto, tan presente en la era de la exploración. En Canarias, la última isla es parte del imaginario popular y no faltan aquellos que, en días de calima o atardeceres intensos, aseguran haberla visto brevemente dibujada sobre el mar. En la actualidad, San Borondón está presente en canciones folclóricas, leyendas orales e incluso en obras literarias.