Seguro que alguna vez te has fijado en el pequeño agujero que suele estar en la zona inferior de la mayoría de candados y te has preguntado si tiene alguna función o si realmente sólo es un elemento estético o de diseño. Pues bien, ese agujero oculta una importante función para el uso del mismo que mucha gente desconoce. Se trata de un detalle esencial para asegurar el buen uso y aumentar la vida de uso del candado.
Uno de sus principales cometidos es el de drenar el agua. Cuando un candado se encuentra a la intemperie, no siempre es posible evitar que sufra las consecuencias del mal tiempo, como la lluvia o humedad. Este agujero ayuda a que el agua que pueda llegar a introducirse dentro del artilugio se quede dentro, con el fin de evitar que el óxido deteriore el interior del candado. También es clave a la hora de facilitar el empleo de lubricantes, con el objetivo de impedir que se endurezca su mecanismo. Gracias a este orificio, se puede alargar la vida útil de la cerradura.
En algunos modelos, tiene también otra finalidad, puesto que algunos pueden ser abiertos con una llave especial en emergencias o para realizar un desbloqueo técnico.
Consejos para un buen mantenimiento
- Engrasa el candado cada tres o seis meses, con lubricantes específicos.
- Aplica el aceite por el agujero inferior y por donde se introduce la llave.
- Limpia el exterior con un cepillo suave.
- Si puedes evitarlo, no dejes el candado al aire libre.
- Si vives cerca del mar o en zonas de alta humedad, intenta humedecerlo cada poco tiempo con agua dulce.
- Sécalo bien.
- No fuerces la cerradura. Si no cede, aplica lubricante y dale tiempo a que haga efecto.
- Asegúrate que el arco del candado se abra y cierre sin necesidad de hacer excesiva fuerza.
- Cuando no lo vayas a usar, guárdalo en un lugar seco.
¿En qué año se fundó el candado?
Se estima que los primeros candados se empezaron a utilizar hace más de 4.000 años. Concretamente, en el Antiguo Egipto y Babilonia. Si bien no tenían un funcionamiento idéntico a los de ahora, sí eran muy parecidos. Años más tarde, los romanos los perfeccionaron haciéndolos de metal, pasando a tener un mecanismo más complejo. El candado actual, tal y como lo conocemos, fue creado en 1.857 por Theodor Yale, el cual posee la patente.
A día de hoy, el candado es utilizado por norma general para asegurar puertas y entradas, cierres de vehículos como bicicletas, cajas de herramientas y maletas o mochilas, sobre todo a la hora de viajar. Este artilugio te garantiza, entre otras ventajas:
- Mayor seguridad: posee un alto nivel de protección, ya que tanto si son de llave como de código, dificultan mucho la operativa a cualquier ladrón.
- Alta durabilidad: por norma general, los candados están hechos de acero, un material fuerte y resistente, tanto a los golpes, como a la corrosión y a las temperaturas extremas.
- Asequible: abarca desde opciones económicas que cumplen su función con garantías como otras más caras, para un nivel de seguridad más alto, todas ellas aptas para cualquier bolsillo.
- Uso e instalación sencillos.
- Seguridad extra: hay algunos que complican ser forzados con herramientas.
- Versatilidad.
- Peso y tamaño: si bien los hay de todo tipo, los más usados son ligeros y de un tamaño fácil de llevar.
Hay que tener en cuenta que, aunque son muy resistentes, con el paso del tiempo pueden presentar problemas debido al mal mantenimiento o si son de baja calidad, por lo que estos no siempre son 100% seguros.
¿Cómo surgió eso de llenar los puentes de candados?
No, no es por ninguna tradición. El culpable es Đura Jakšić, autor de la novela serbia ‘Puente del amor’ en 1914. Esta narra la historia de una maestra y un soldado, los cuales enganchaban un candado en un puente como insignia de su amor. Con el paso de los años se convirtió en un fenómeno mundial, especialmente en ciudades como París o Roma.