Igual que no hay mal que cien años dure, no hay camiseta que dure para toda la vida. Las hay más sufridas que otras, que te duran bastante tiempo, pero también algunas que a los pocos lavados muta y se convierte en una vieja que solo acabarás usando para dormir. Da rabia, pero hay ropa que no aguanta un suspiro. Y hay hábitos comúnmente extendidos que pueden colaborar con esa pronta obsolescencia, como es el caso de tenderla con pinzas. Sí, sí; lo que has leído: tender la ropa con pinzas, como siempre has hecho y como te enseñaron a hacer en casa, ayuda a que tu ropa se desgaste antes.
Así lo confirman expertos en moda y lavandería. Frente a esta práctica habitual, que se produce sobre todo en los meses de buen tiempo, en los que el balcón, la terraza o el jardín son adornados con la ropa recién lavada para que se seque al sol, profesionales de la marca de moda Superdry han empezado a aconsejar no usar esta técnica que tantas veces menos visto, puesto que las pinzas pueden perjudicar a los tejidos de nuestras prendas; sobre todo a aquellas que sean más delicadas.
Según advierten, las pinzas pueden dejar marcas de presión que son feas a la vista, cuando no, difíciles de eliminar por más plancha que le des. Así sucede con la ropa interior (algo salvable, pensarás), pero también con vestidos, camisas o blusas finitas de esas que tan bien te sientan en verano. En ello puede colaborar otro factor, y es que, cuando sopla el viento, esas pinzas pueden soltarse o moverse, provocando que la arruga sea aún peor, irregular, o incluso que la ropa se caiga y te toque llamar al vecino del primero para pedirle que rescate esa camisa hawaiana que utilizaste en el último festival con tus amigos.
Cómo tender la ropa después de cada lavado (con o sin pinzas)
Como con todo, cada uno es libre de coger o no los consejos de los expertos y seguir utilizando pinzas o no. Si eres de los que se lo están pensando, recuerda que tienes otras alternativas para colgar tu ropa, o si quieres, incluso para hacer una prueba de esas de ensayo y error, en la que pongas la mitad de la colada como te contaremos a continuación y la otra mitad a la vieja usanza, a ver cómo quedan unas piezas y otras.
Una manera de explorar un nuevo colgado es doblando las prendas. Sí, ya, es verdad, si sopla el viento, lo mismo te toca hacer lo mismo -llamar al vecino del primero-, pero oye, por probar… Los pantalones deberás doblarlos por la cintura y colgarlos sobre la cuerda. Los vestidos, de la mejor manera que quedarán es doblados por la mitad a lo largo y colocarlos cuidadosamente. Las camisetas, jerseis y sudaderas no deberías colgarlas por los hombros, sino también así, no vaya a ser que se te escurran o que una ráfaga de viento los haga caer…
Uses el método que uses, recuerda que estirar la ropa o alisarla con las manos antes de tenderla ayuda a que se seque más recta y a que luego no necesites vencer a la pereza y encender la plancha. Hagas como lo hagas, recuerda también que el sol puede hacer daño a la ropa delicada si le da de lleno durante las horas de mayor intensidad (entre mediodía y las cuatro de la tarde), por lo que deberías tenderla al revés. En caso de duda, recuerda que tu abuela seguramente sea experta -como en tantas otras cosas- y que cualquier idea que ella pueda aportarte hará que tu ropa permanezca tan fresca y limpia como el primer día.