La seguridad vial es un problema que preocupa y no sólo en España, donde es uno de los temas más presentes en la sociedad. En otros países también se sufre y se lucha contra los altos números de accidentes y víctimas. Eso sí, cada uno tiene una forma de hacerlo. A pesar de que muchos consideran que la velocidad es uno de los principales responsables de los accidentes, en Alemania, por ejemplo, sigue sin establecerse un límite de velocidad en gran parte de sus autovías y el índice de siniestralidad no es muy diferente al de otros puntos de Europa.
Sí hay más consenso en cuanto al consumo de alcohol, prohibido en todos los países cuando se está al volante. Se han tomado muchas medidas, como el establecimiento de alcoholímetros en zonas de ocio para que los conductores se evalúen y eviten subirse al coche si dan positivo. El problema, que esta medida se ha convertido en un negocio para unos y una diversión para otros.
El alcoholímetro, de prevención a juego
En el caso de nuestro país, somos uno los que más lucha contra el alcohol al volante y prueba de ello es que cada año hay más de seis millones de test de alcoholemia en la red de carreteras nacional. A todo ello, añadir que varias organizaciones de conductores y de seguridad vial de ámbito privado se preocupan en llevar a cabo tareas informativas contra el consumo, con visitas por ejemplo a centros educativos para concienciar a los más jóvenes, algunos de ellos ya con el carnet de conducir en su poder.
Una de las iniciativas que se han tomado en los últimos años fue la de desplegar, en diferentes zonas de ocio a las que acuden un gran número de jóvenes y no tan jóvenes, alcoholímetros. Se trata de unos dispositivos portátiles que funcionan con una simple pajita tras el pago de un euro.
El problema, que hay personas que ven estos alcoholímetros como una diversión más. Lo que nació como una iniciativa para que los conductores que habían consumido alcohol supieran si estaban en condiciones de ponerse al volante o no, se ha convertido en un negocio muy lucrativo y en una diversión para los borrachos.
Aunque llevan varios años usándose, estos aparatos se han hecho populares en bares y discotecas por todo el territorio nacional. También aparecen en las fiestas y ferias de los pueblos, junto a otras máquinas recreativas, como las famosas de chutar un balón o la de boxeo. Así, lo que nació como una iniciativa de prevención, para buscar una mayor seguridad en las carreteras y evitar consecuencias fatales, se ha convertido en una atracción más de la noche. Pocos la toman en serio.
Borracheras que pueden ser mortales
En muchas ocasiones los que utilizan estos dispositivos como diversión se graban en vídeo y después lo suben a redes sociales, dejando constancia de la poca sensibilidad que tienen con las medidas de prevención. En uno de ellos, grabado durante la Feria de Málaga, puede verse como uno de los jóvenes que participa en el juego da un tasa de alcohol de 1,5 mg de alcohol por litro de aire respirado, lo que equivaldría a casi 3 gramos por litro de sangre. Esta es una cifra que está muy alejada de los valores permitidos por la DGT, que son de 0,25 mg/l en aire o 0,5 g/l en sangre.
Más allá de que estamos ante una infracción muy grave, sancionada con 1.000 euros y 6 puntos del carnet de conducir, se trata de una intoxicación etílica muy alta que puede provocar delirio, confusión, pérdida de conciencia e incluso el fallecimiento, pues conllevaría una depresión muy grave del sistema nervioso central.