Nuestro país se enfrenta a un revolución silenciosa en su mercado inmobiliario y no es sólo en cuanto a lo excesivos precios que predominan en el mismo. A partir de 2030, las viviendas energéticas que tenga una clasificación inferior a la E quedarán excluidas del mercado de compraventa y alquiler, según la normativa europea que obliga a renovar el parque inmobiliario más ineficiente.
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cada año se realizan cerca de 500.000 transacciones de vivienda usada y 150.000 alquileres nuevos, operaciones que podrían verse gravemente afectadas si no se acelera la renovación energética.
Desde el gobierno europeo se ha establecido que todos los Estados miembros deben alcanzar una tasa anual de renovación del 3% de sus viviendas menos eficientes, con la idea de que en 2033 el parque inmobiliario de nuestro país haya alcanzado como mínimo la clase D. Pero los datos, a día de hoy, son preocupantes ya que sólo el 20% de las viviendas en España cuenta con una clasificación energética superior a la E, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Además, el 50% de los hogares fueron construidos antes de 1980, careciendo de aislamiento térmico adecuado, ventanas eficientes o sistemas de climatización modernos.
Más de 5,5 millones necesitan de viviendas en alquiler necesitan una rehabilitación urgente
El Ministerio de Transición Ecológica estima que la edad media de las viviendas en España tiene una media de 43,5 años, lo que hace que cerca de 5,5 millones de hogares tenga graves problemas de eficiencia energética. Estas viviendas, que son clasificadas como F o G, consumen cerca de un 70% de energía más que las modernas, lo que genera facturas muy elevadas, así como emisiones contaminantes desorbitadas.
Según un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), “las casas construidas antes de 1980 no estaban sujetas a un Código Técnico de Edificación que obligara a aislar techos, paredes y ventanas”. Esto quiere decir habrá problemas de humedad, moho y puentes térmicos que reducen la vida útil del inmueble y disparan el consumo energético.
Las posibles soluciones
La rehabilitación energética se presenta como la única vía para salvar estas viviendas del ostracismo del mercado. Las actuaciones prioritarias incluyen:
- Aislamiento térmico exterior (SATE): mejor hasta un 30% el rendimiento energético al actuar sobre fachadas, cubiertas y medianeras. Según el IDAE, sistemas como el poliestireno expandido (EPS) o la lana mineral reducen la demanda de calefacción y refrigeración entre un 25% y un 35% en zonas climáticas como Madrid.
- Sustitución de ventajas: las ventanas de doble o triple vidrio con perfiles PVC permiten un ahorro energético del 30%, según la OCU. “El cambio de ventajas es crucial”, aseguran los expertos.
- Sistemas de climatización eficientes: sustituir las calderas de gasóleo por bombas de calor o aerotermia reduce el consumo energético anual un 60%. De acuerdo con los datos de la OCU, la aerotermia tiene un coste anual de 229 euros para una vivienda de 90 m², frente a los 778 euros de una caldera de gasóleo.
Ayudas públicas y costes de rehabilitación
El gobierno español ha destinado fondos Next Generation EU para subvencionar hasta el 40% de las reformas que se lleven a cabo, con un límite de 3.000 euros por vivienda. Así, comunidades como País Vasco y Extremadura ya han activado programas específicos para comunidades de propietarios y particulares.
El coste medio de una rehabilitación integral ronda los 6.000 euros para un piso de 90 m²: 3.600 para aislamiento de paredes, 1.200 para el suelo y otros 1.200 para ventanas. Estas actuaciones permiten un ahorro energético de hasta 1.000 euros anuales, amortizándose en menos de seis años.
