A todos nos ha pasado que nos han presentado a una persona y, minutos después, se nos ha olvidado su nombre. O que nos encontramos a otra persona con la que hemos coincidido en alguna ocasión y tampoco nos viene a la cabeza cómo se llama. Pero tranquilidad, no es algo por lo que nos tengamos que preocupar porque en la mayoría de as ocasiones estos despistes son normales y no indican ningún problema neurológico.
Según el doctor Rafael Villino, especialista en el área de Neurología de la Clínica Universitaria de Navarra, “cuando conocemos a una persona, su nombre entra en la memoria a corto plazo, que tiene una duración de apenas unos minutos. Por ello, es normal olvidar el nombre de alguien que hemos visto solo una vez”. Si esto se produjese con personas cercanas y se repite en el tiempo, entonces sí conviene prestar atención.
Para el doctor Villino, “el proceso de incorporar nueva información en nuestra memoria es una mecánica compleja que involucra varios pasos: la llegada de la información, su codificación, aprendizaje y finalmente su almacenamiento”. No ocurre lo mismo si la persona es conocida, ya que el contacto frecuente, las interacciones y el contenido emocional asociado a ellas favorecen el proceso de codificación y almacenamiento en la memoria a largo plazo. Por tanto, comenzar a tener dificultades para recordar los nombres de personas conocidas no se considera normal”.
Los motivos de que la memoria falle sobre todo con los nombres
Recordar el nombre personas es una de las funciones cognitivas que más se puede resentir ante un fallo de memoria y tiene una explicación anatómica: “Las regiones cerebrales encargadas de la codificación y almacenamiento de la memoria se encuentran en el lóbulo temporal, donde también se ubica parte del circuito del lenguaje”, comenta el doctor Villino, que añade que “en enfermedades como el Alzheimer, la pérdida de memoria puede afectar estas regiones, dificultando la recuperación de nombres de personas u objetos”.
Ya no es un despiste normal
Para el especialista en Neurología, “nuestra capacidad cognitiva máxima suele alcanzarse entre los 60 y 65 años; a partir de ahí, es normal notar cierto declive”. Pero cuando ese olvido afecta a datos importantes y del día a día, y la persona afectada lo percibe o la gente que está a su alrededor, puede ser un indicio de deterioro cognitivo. Respecto a esto, “es un diagnóstico clínico que se confirma mediante test neuropsicológicos, los cuales demuestran que los fallos de memoria superan lo esperable para la edad, sexo y nivel educativo del paciente. Si estos fallos preocupan al paciente y son notados también por la familia, es recomendable consultar con un neurólogo”.
Los factores que afectan a la memoria, pero no es una enfermedad
El estilo de vida tiene un impacto directo sobre la capacidad de las personas para recordar. Para el doctor, “el estrés, la multitarea o la falta de sueño pueden afectar negativamente la capacidad cognitiva, aunque no son causas directas de deterioro”. También influye “el estado de ánimo en la velocidad de procesamiento de la información”.
Así se entrena la memoria en el día a día
El doctor Villino recomienda varios ejercicios para el día a día, todos ellos sencillos, con los que estimular la memoria, tales como “la lectura o pasatiempos como crucigramas, sopas de letras y similares son herramientas eficaces para la estimulación y rehabilitación cognitiva”.
También tiene una repercusión sobre la memoria lo que comemos y bebemos. Los déficits de vitaminas del complejo B y folato pueden provocar deterioro cognitivo tratable. Además, la deshidratación, que no es una causa directa, puede empeorar los síntomas en pacientes con Alzheimer.
