La escena es bastante cotidiana: en la cola del supermercado, en el transporte público o casi en cada esquina, un niño pequeño tiene una pantalla delante para no molestar. Ahora que llega la Navidad, muchos de algo más de edad pedirán un smartphone como regalo, pero el psicólogo Alberto Soler, autor de seis libros y divulgador con más de 600.000 seguidores, lo desaconseja de toda manera. «Hasta que no sean mayores de edad, o al menos, hasta que tengan 16 años», Soler indica que los adolescentes no deberían tener teléfono móvil propio y, por lo tanto, hasta esa edad no deberíamos colocárselos envueltos debajo del árbol de Navidad.
No en vano, las pantallas entrañan riesgos para nuestros hijos, algo en lo que Alberto Soler profundiza en su última publicación, ‘No solo son pantallas’ (Dykinson, 2025), en la que alerta de que en este mundo conectado quizás no sea tan buena idea como creemos dejar en manos de nuestros menores un smarthphone, tal y como afirmó recientemente en un encuentro informativo organizado por Nintendo relativo a los controles parentales que incluyen las consolas de la afamada marca de videojuegos. «Antes de regalárselos, hay que estar seguro de que tienen la edad y la responsabilidad como para tenerlo», indica, diferenciando de ese uso puntual que pueden llegar a hacer de nuestros dispositivos de la propiedad como tal.
Los consejos de Alberto Soler
Respecto a esa responsabilidad, Alberto Soler es bastante tajante, ya que considera responsable a aquel «que puede pagarse el dispositivo y la tarifa de datos asociada» y cree que, «si no puede hacerlo, tampoco tiene la madurez suficiente para responsabilizarse de su uso». Así, él «nunca le regalaría un teléfono a un menor de edad para que fuera suyo», llega a afirmar en declaraciones recogidas por YO DONA. Sabe el psicólogo, no obstante, que esa línea por la que aboga no es ni mucho menos habitual, a tenor de la falta de regulación que existe y por el temor de las familias al aislamiento de sus menores. Por que exista una legislación aboga, hasta el punto de llegar a recordar que «no hay chavales de 15 años pidiendo coches porque está prohibido».
Concede Alberto Soler, sin embargo, que pueda existir un uso limitado de los teléfonos, pero siendo siempre propiedad de adultos. De esta manera, hasta los primeros cursos del instituto no dejaría nunca a los menores usar dispositivos con Internet (y anda que no pasa veces, si volvemos al escenario del inicio del texto), ya que, según recuerda, «es lo que recomiendan los pediatras» y significa un primer uso controlado de lo que supone estar conectado. Con el paso del tiempo, abriría el abanico y permitiría la conexión a Internet, pero siempre tras ese uso anterior prolongado durante años y después de alertarles y hacerles conocedores del uso de Internet y, por ende, de los riesgos que conlleva, por ejemplo, que tengan redes sociales u otras apps como WhatsApp.
¿Y qué pasa con las videoconsolas?
Frente a ese aperturismo existente en tantos y tantos padres -no todos, hay quienes sí limitan el uso o no son partidarios de este en sus hijos-, Alberto Soler considera negligente «llegar en Navidad y decir: toma, aquí tienes un teléfono». Pero, ¿qué pasa con las videoconsolas con las que tantos crecimos? ¿Es partidario de que puedan usarlas? Pues depende. Primero, de la edad, puesto que cree que las hay básicas y que no implican conectarse a una red que sí podrían usar, como las Arcade o similares que podrían utilizar los más pequeños. Según crecen, pueden llegar a utilizar alguna tipo Switch, gracias a su control parental y a su tipo de juegos. Solo cuando ya sean mayores abogaría por una tipo PlayStation o similar.
