En muchos casos, cuando se va a realizar la compra, una persona necesita tener una estrategia mental sólida para no caer en las trampas habituales. Los expertos en marketing de las cadenas de supermercados saben muy bien dónde mira los ojos de los clientes cuando se camina por los pasillos y por ello colocan los artículos más caros justo a la altura de la vista, para que exista la tentación. Es una técnica infalible que provoca un gasto extra totalmente innecesario en cada visita.
Por ello, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lleva mucho tiempo alertando sobre esta disposición estratégica de los anaqueles. Si no vas preparado, tu cerebro tomará decisiones rápidas durante la compra basándose en la comodidad visual. Esto supone un sobrecoste que puede alcanzar fácilmente los 50 euros, pero por suerte hay métodos sencillos para evitar este robo silencioso.
La psicología está detrás
Todo está estudiado hasta el último milímetro para dirigir a los clientes del supermercado hacia ciertos estantes. Los productos que las tiendas quieren vender a los consumidores se encuentran siempre colocados al nivel de los ojos. Es la zona caliente en la que se concentran los márgenes de beneficio más altos para la empresa. Si una persona quiere ahorrar de verdad, tendrás que obligarse a mirar hacia arriba o hacia abajo.
Esta técnica es conocida en el sector como la gestión planificada de los lineales o anaqueles. Desde la cadena juegan con la prisa y pereza para que el consumidor elija siempre lo más accesible, ya que rara vez se para a comparar precios con los artículos situados en los extremos. Al final se paga por la comodidad de no tener que buscar otras opciones más baratas.
El peligro de los carros gigantes
Otro truco clásico consiste en la utilización por parte de los supermercados de un carro de la compra de dimensiones desproporcionadas al entrar. Al ver tanto espacio, el subconsciente de la persona siente la necesidad imperiosa de llenarlo cuanto antes. Hace que una persona se sienta extraña paseando con un carrito enorme pero con solo dos o tres cosas dentro, lo que hace que se cojan más productos de los que se necesitan en realidad.
Además, estos carritos suelen tener las ruedas ligeramente desviadas para que haya que frenar y mirar los productos. Nada es casualidad en este entorno, se busca maximizar, por parte de la empresa, cada compra lo máximo posible.
Los productos imprescindibles, al final
No falla, los productos como pan y leche siempre están situados al fondo. Esto obliga a recorrer toda la superficie comercial aunque solo se necesite realizar una compra básico. De camino a recoger una barra de pan o un cartón de leche, el cliente se cruza con muchas tentaciones y ofertas llamativas, a las que en ocasiones es difícil resistirse.
Además, los establecimientos suelen cambiar la ubicación de estos productos de forma periódica para desorientarte un poco más.
Planificación para no gastar más
La mejor forma de actuar contra las estrategias de marketing es la de llevar una lista de la compra cerrada desde casa, en la que se anote lo que sea estrictamente necesario y comprometerse a no salirse del guion. Si algo no está apuntado en la lista, no se debe comprar. Esta disciplina es clave para que la compra no se dispare de precio.
También es vital evitar acudir a realizar la compra cuando una persona tiene hambre, ya que el estómago vacío es el peor consejero que se puede tener en el pasillo de un supermercado.