En la Lotería de Navidad manda la suerte, no está bendecida por la estadística. Desde un lado matemático, las probabilidades de perder el dinero invertido, mucho o poco, son mucho mayores que las de recuperarlo. Y la cosa se pone peor cuando se habla de conseguir un premio importante, algo que parece imposible. Onofre Monzó, vicepresidente de la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas (FESPM), asegura que los matemáticos consideran “un juego justo cuando la esperanza matemática, es decir, lo que yo puedo esperar ganar, se compensa con la probabilidad. Pero aquí sabemos que al final no va a ser proporcional a la apuesta, porque ya de inicio un 30% se lo va a quedar el Estado”.
A todo ello, Monzó suma que “los premios superiores a 40.000 euros tributan, y tienen una retención del 20%, por lo que si ajustas, se está repartiendo una cantidad aún menor”. Traducido puede quedar más claro: por cada décimo de 20 euros, si una persona juega infinitamente, recuperaría únicamente 14 euros o 13 si se tienen en cuenta los impuestos.
Una posibilidad entre 100.000
Sigue con su contundencia Monzó, que asegura que “las probabilidades de que toque El Gordo a una persona es 1 entre 100.000” y por tanto esto es “como llenar una bolsa con 2,7 kg de arroz y en los que solo hay un grano negro, meter a mano a ciegas y sacar el negro”.
Más opciones, tampoco muchas, ve conforme se va descendiendo en la tabla de premios. Las probabilidades van aumentando y lo hacen a medida que disminuye la cuantía de las ganancias. La probabilidad de ganar los 20.000 euros por décimo del cuarto premio son de 2 entre 100.000, es decir, el 0,002%. En cuanto a las opciones de hacerse con uno de los quintos premios, con 6.000 euros por décimo, son de 8 por cada 100.000 (0,008%).
En total hay 15.304 números que obtienen alguno de los premios, desde El Gordo hasta el reintegro, lo que quiere decir que hay un 15% de posibilidades de que a una persona que ha jugado le toque algo, aunque la mayor parte, un 10%, solo será de recuperar el dinero que se ha invertido. Por tanto, las opciones de que no te toque nada son de un 85%.
Los rituales tampoco son lógicos
Si jugar a la Lotería de Navidad no es algo lógico desde un punto de vista estadístico, tampoco tienen mucho sentido el acudir a determinadas administraciones en las que ya ha tocado algún premio importante o apostar siempre por el mismo número: “La probabilidad no tiene memoria”. Lo que ocurre, según Monzó es que “esas administraciones venden muchos números. Lo que hacen es intentar tener la mayor cantidad de números diferentes, porque así puede tocar con mayor probabilidad”.
Para Monzó, por tanto, “comprar muchos décimos no aumenta de forma significativa la probabilidad de a una persona le toque la lotería”. Comprar un elevado número de décimos “puede afectar de manera importante la economía de esa persona, pero no a la probabilidad de que le toque”. Por ello pide “jugar con cabeza”.
Un acto social
Monzó, como muchas otras personas, asegura que “jugar a la Lotería de Navidad en España es un acto social, pero hay que ir con cuidado para que no acabe en una ludopatía. Mientras no hipoteque tu sueldo, es un acto social que haces con amigos, familia, compañeros de trabajo”. Eso sí, para el matemático, “lo que no puede ser es dedicar la mitad del sueldo a comprar lotería, o caer en comportamientos compulsivos… Eso es lo que es peligroso”.
