Existe la extendida creencia de que beber agua embotellada es mucho más saludable que beber agua del grifo. Si bien es cierto que en muchas zonas del mundo, las personas dependen del agua embotellada al no contar con agua potable por otra vía, un reciente estudio desvela que el agua embotellada puede contener contaminantes que provienen del envase.
El origen del agua embotellada es religioso
Los primeros que comenzaron a vender agua embotellada fueron los monjes, que vendían agua bendita a los fieles. Tiempo más tarde se hizo común en Europa el llamado «turismo de aguas», a través del cual las personas iban a los manantiales buscando aguas con propiedades curativas, tanto para tomar baños como para beberla.
En España, la primera agua envasada que se vendió fue La Favorita, agua de Carabaña, en Madrid y comenzó a comercializarse en el año 1864. Le siguieron otras como las de Lanjarón, la de Solares o la de Solán de Cabras.
A partir de ese momento, el consumo de agua embotellada en España ha crecido exponencialmente y actualmente se consumen más de 3.000 millones de botellas de agua envasada al año. No hay duda de que el agua embotellada es una forma de acceder de forma segura al agua en aquellas zonas que no disponen de agua potable o donde su calidad no está garantizada, pero no siempre es la mejor opción.
Un estudio revela los efectos negativos que el agua embotellada tiene en nuestro organismo
Un estudio realizado por el Weill Cornell Medicine en Qatar, revela un dato sorprendente. Entre el 10% y el 78% del agua embotellada contiene contaminantes que se desprenden del plástico en el que va embotellada. Entre estos contaminantes se suelen encontrar microplásticos, ftalatos y bisfenol A. El riesgo de consumir agua embotellada aumenta en el caso de que el agua lleve mucho tiempo en el envase de plástico y especialmente, si ha sido expuesta a altas temperaturas.
Esos microplásticos, son sustancias químicas que al entrar en nuestro cuerpo, son capaces de imitar a nuestras hormonas y alterar de esa forma el correcto funcionamiento de nuestro organismo. De esta forma, pueden provocar patologías metabólicas, respiratorias, cardiovasculares, neurológicas y de tipo hormonal.
Los científicos explican en su informe que «casi 2.000 millones de personas en el mundo con acceso limitado o nulo al agua potable dependen del agua embotellada. Para estas personas, la cuestión no se plantea. Pero para el resto de nosotros, se trata en gran medida de una cuestión de comodidad y de la creencia inquebrantable (ayudada e instigada por el marketing industrial) de que el agua embotellada es más segura y a menudo más sana que el agua del grifo. Pero no es así”.
El elevado consumo de agua embotellada, también provoca una gran cantidad de residuos plásticos que tiene consecuencias negativas para el medio ambiente. De hecho, las botellas de plástico son el segundo contaminante más frecuente en los océanos.
Así puedes comprobar que el agua de tu grifo es segura
Para comprobar que el agua de tu grifo es totalmente segura para el consumo, siempre puedes solicitar información oficial bien a la empresa de suministro, bien al ayuntamiento de tu localidad.
El sabor y el olor del agua pueden darnos pistas de que algo va mal. Si notas que cambia el sabor, el olor o el aspecto del agua, es mejor no consumirla hasta saber por qué ha sucedido y si es seguro seguir bebiéndola. De cualquier forma, si quieres estar totalmente seguro, siempre puedes enviar una muestra del agua de tu grifo a uno de los laboratorios que se dedican a realizar análisis completos de la calidad del agua.
