El oro verde se ha colado en la cesta de la compra de muchas familias españolas. Pero el mismo está cambiando de lugar. Si hasta hace poco el sur, Andalucía, era el lugar donde estaban gran parte de los cultivos, en estos momentos está cogiendo protagonismo el plan B. A los agricultores andaluces les falta agua y le sobran grados, todo lo contrario que ocurre en Galicia. Por eso una comunidad se resiente y otra toma posiciones para hacerse con el dominio.
A pesar del cambio de tendencia, por el momento Andalucía lidera las casi 24.000 hectáreas dedicas al cultivo, pero cada vez la distancia con los de atrás es más corta. Todo por las sequías largas y altas temperaturas por encima de 40 grados., que han puesto en jaque a los productores. Regar ahora cuesta más que nunca, los acuíferos están bajo mínimos y las olas de calor reducen la floración. Por tanto, menos fruta y más quebraderos de cabeza en la Axarquía malagueña, que hasta hace poco era considerada la Meca del sector.
A todo ello, las temperaturas extremas disparan cada vez más los costes de riego y obligan a replantear plantaciones enteras. Por eso muchos miran ya al norte de España con cierta envidia, pues el agua llega del cielo y las temperaturas rara vez son tan elevadas como en el sur.
Galicia toma posiciones
Hasta hace poco se contabilizaban al menos siete hectáreas de aguacate en la provincia de Pontevedra y los técnicos de la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (AGACA) creen que esa cifra ya se ha duplicado. El tirón viene de los altos precios del mercado y de una demanda que no afloja desde 2023, cuando las frutas tropicales superaron por primera vez a los cítricos en consumo nacional.
Iñaki Hormaza, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lo resume de una forma muy fácil: el clima gallego, suave y húmedo, se parece más al origen centroamericano del aguacate que la Andalucía desértica de hoy. Pero también hay que tener en cuenta las heladas puntuales, los vientos del Atlántico y los suelos encharcados, que suelen ser enemigos a batir.
Cómo saber si una parcela en Galicia vale para el aguacate
Antes de apostar por plantar aguacates en Galicia, los interesados deben comprobar si el terreno cumple unos requisitos mínimos:
- Drenaje rápido: nada de charcos eternos tras un chaparrón.
- Protección frente al viento: setos, cortavientos o laderas orientadas al sur.
- Suelo profundo y aireado: las raíces del aguacate son finas y nada amigas del barro compacto.
- Altitud moderada: menos de 300 metros para evitar heladas serias.
- Acceso a riego de apoyo: la lluvia gallega ayuda, pero los veranos secos también existen.
Con estos cinco requisitos, la probabilidad de éxito sube y los sustos por el clima extremo baja. Además, revisar cada parcela evita desembolsos innecesarios de última hora.
Asturias, ¿otro posible destino?
A unos 300 kilómetros, en Porrúa (Asturias), vive desde 1906 el aguacatero europeo más veterano, con una copa que ronda los 30 metros de diámetro y demuestra que el Cantábrico no es territorio prohibido. Inspirado por él, Andrés Ibarra fundó Aguacastur y detectó miles de árboles dispersos, alguno hasta con cuatro floraciones anuales. La humedad ambiental ha permitido incluso soportar puntas de -5º sin daños serios, un dato que elimina muchos miedos.
Con este panorama, productores norteños opinan que es cuestión de tiempo que el cultivo se consolide, pero creen que la prudencia debe mandar. Todos confían en su llegada, en que el aguacate promete éxitos, pero sólo si se hace todo de la forma correcta.
