En verano, con las altas temperaturas que son protagonistas durante prácticamente los tres meses, tenemos que tener cuidado con ciertos alimentos, pues se vuelven más sensibles al calor y también a la humedad. En esta época, por tanto, hay que extremar las precauciones para evitar intoxicaciones alimentarias y garantizar una dieta segura. Así productos que en otros momentos del año duran varios días, pueden echarse a perder en pocas horas si no se conservan de la manera adecuada. Los que son más propensos a ello, las carnes, pescados y el marisco.
Una de las claves de que esto ocurra, que se estropeen los alimentos en verano, es el hecho de que se rompa la cadena de frío de forma más rápida. Por ello hay que tomar medidas para no llevarnos un disgusto, en cuanto a problema de salud, durante el verano.
Los alimentos más delicados
Se debe tener especial vigilancia con aquellos que está demostrado que son más sensibles a las altas temperaturas, entre los que se encuentran la carne cruda, el pescado fresco y los mariscos, que son los que más rápido se deterioran cuando el termómetro sube según los expertos y estudios realizados.
Si este tipo de alimentos no se refrigeran de la manera correcta, pueden desarrollar bacterias tan peligrosas como son la salmonella o el anisakis, responsables de enfermedades graves. Es importante mantener estos productos siempre a una temperatura menor de 4 grados y evitar dejarlos fuera del frigorífico más de 30 minutos, sobre todo durante los días más calurosos.
Los expertos también recomiendan tener cuidado con todos aquellos productos como embutidos frescos, carnes adobadas o platos preparados a base de estos ingredientes. Con todos ellos, una refrigeración adecuada y el consumo rápido tras su compra o preparación son claves para evitar riesgos en cuanto a problemas de salud.
Las bacterias en otros alimentos, cuidado con ellas
Los productos lácteos, como la leche, el queso fresco, los yogures o la nata son muy sensibles a las altas temperaturas. Por ello es común que en verano estos productos fermenten o cambien de sabor si no se conservan de la forma más adecuada.
De la misma forma, los huevos, sobre todo si se utilizan en recetas crudas como la mayonesa casera, requieren de especial atención. La salmonella es una bacteria común en estos casos y es muy recomendable en esta época que siempre estén dentro de la nevera.
También se debe evitar dejar fuera de la nevera cualquier tipo de salsa o postre que esté hecho con huevos o lácteos. Por ejemplo, si se prepara mayonesa casera, lo recomendable es que se consuma durante el mismo día y se mantenga en frío. En el caso de tener algún tipo de duda, la mejor opción es optar por salsas industriales que cumplen con los criterios sanitarios más estrictos.
Alimentos frescos sí, pero con mucho cuidado
Aunque las frutas y las verduras son alimentos recomendables para toda dieta, sobre todo en verano, también hay que tener en cuentan que se pueden estropear muy rápido. Así, algunas frutas como las fresas, los melocotones o los tomate se pudren con facilidad y pueden atraer moscas y otros insectos si no se conservan en un lugar fresco o refrigerado.
Además, las sobras de comida cocinada no deben quedarse a temperatura ambiente. Lo que se debe hacer es guardar siempre los restos en recipientes herméticos y enfriar de forma rápida antes de que se metan en la nevera. No hay que esperar más de dos días para consumirlos.
Estos consejos ayudarán a disfrutar del verano sin sobresaltos. No hay que bajar la guardia y menos en lo relacionado con la alimentación.
