Pagar en metálico sigue siendo algo que la gente hace, por más auge que coja el Bizum o por más que nuestras tarjetas sirvan para evitar manejar monedas o billetes. No es solo cosa de gente mayor; hay quien se siente más seguro llevando dinero físico en la cartera. Y quien, cuando sale del cajero o acaba de pagar en alguna tienda o su desayuno en el bar de la esquina, al ir a guardar el dinero, lo hace siguiendo un patrón: colocando los billetes de mayor a menor, con el que más dinero representa más atrás y el que menos más adelante.
Incluso hay quien también los coloca de la misma forma, con lo que vendría a ser la ‘Cara A’ de frente, como si los billetes mirasen a los ojos de su dueño antes de volver a salir de la billetera.
Puede sonar raro, pero muchas personas lo hacen. Y tiene una explicación, según la psicología. Este hábito, que es inofensivo, pero puede extrañar a quien no está familiarizado con él, viene a ser un gesto nimio de orden de los que lo hacen, que es así, pequeño, absurdo o innecesario para terceros, pero que no es tan banal para esas personas que acostumbran a hacerlo. Son patrones que les pertenecen y sin los cuales pueden llegar a sentir incomodidad, pues, si no los hacen, sabrán que están fallando en aquello que acostumbran a hacer. Como quien tiene la manía de comprobar tres veces antes de casa si están desenchufadas las planchas del pelo o apagado el calentador.
Cuando los billetes encierran un TOC
Según explican los psicólogos, las personas que ordenan los billetes de esta determinada manera tienden a ser personas que valoran el orden en su vida y que estructuran aquello que hacen o que poseen, también, en otras facetas de su día a día. Siendo algo aparentemente inofensivo, puede encerrar, sin embargo, el padecimiento de un Trastorno Obsesivo Compulsivo, un TOC que muchos decimos tener respecto a ciertas cosas pero que no es ningún juego. Todos -o muchos- nos imponemos patrones repetitivos en algunos momentos, pero tener TOC diagnosticado es algo más: es un diagnóstico de salud mental que puede llegar a ser grave.
Cuando ordenamos los billetes así, o cuando ordenamos otras cosas por tamaños, colores o formas, ordenamos una pequeña parte de nuestra vida, igual que cuando ponemos siempre en el bolsillo derecho del pantalón el teléfono móvil, en el izquierdo la cartera en la que hemos guardado esos billetes y las llaves no las ponemos nunca del lado de nuestro SmartPhone. Hacerlo de otra forma puede generar una sensación de malestar que, en aquellas personas que sufren TOC de verdad, puede llegar a provocar situaciones de bloqueo o de ansiedad (y si no lo crees, pero eres de los que vieron la serie ‘The Big Bang Theory’, piensa en Sheldon Cooper).
Otras necesidades de las personas con TOC (diagnosticado o no)
Coloquialmente se habla de TOC cuando tenemos alguna manía determinada, aunque no esté diagnosticado dicho trastorno o, simplemente, no se padezca en realidad. Hay quien lo siente por colocar de una determinada manera los cubiertos antes de comer, quien es extremadamente escrupuloso con la limpieza o hasta quien sigue el mismo recorrido de casa al trabajo o al entrar al supermercado, comenzando por el mismo pasillo siempre su recorrido incluso aunque no vaya a comprar nada en la zona de platos preparados del Mercadona.
Volviendo a los billetes y a esa organización de mayor a menor, la psicología resta peso a la rutina considerando que, haciéndolo de esta manera, de forma impulsiva y repetitiva, como parte del subconsciente, la persona que lo hace puede estar reflejando un control del gasto y un detalle en su presupuesto relacionado con unos buenos hábitos financieros y con un deseo de ahorro.
