Third Ward es un barrio de la ciudad de Houston, Texas, en el que prácticamente todos los vecinos son afroamericanos y en el que muchos piensan en labrarse un futuro a través del deporte. Uno de ellos era George Floyd, que a sus 12 años ya media cerca de 2.00 metros. Era la forma de escapar de ahí y buscar mejores oportunidades. Porque el futuro, si te quedas en el barrio, pinta mal. Y él, según los vecinos, era una persona demasiado buena para quedarse en esas calles.
Floyd lo intentó con el baloncesto y el fútbol americano, pero no lo consiguió. Como muchos jóvenes de barrio, tampoco pudo dejar a un lado las drogas y el delito. Fue a la cárcel incluso y, cuando salió en libertad en 2013, se acercó a la Iglesia, trabajó y formó una familia. Y se trasladó a Minnesota.
Aquel fatídico día
Pasadas las 20:00 horas del 25 de mayo de 2020, la policía acudió al barrio de Floyd por la llamada del empleado de una tienda de la que era habitual Floyd. El dueño lo conocía bien, pero ese día no estaba y dejó al mando a un dependiente con poca experiencia que aseguró que Floyd le había pagado con un billete falso, algo que jamás se pudo demostrar, y que estaba borracho.
Cuando la patrulla llegó, Floyd estaba sentando en un coche junto a dos amigos, lo identificaron y el oficial Thomas Lane le apuntó con un arma sin tener la necesidad de hacerlo. Lo sacó del coche a la fuerza e intentó esposarlo. Floyd se resistió, aunque luego se quedó quieto y fue esposado, momento en el que le dijeron que sería arrestado por el uso de una moneda falsa.
Poco después quisieron introducirlo en el coche patrulla y Floyd se alteró, se puso nervioso y les dijo a los agentes que era claustrofóbico. Así comenzó un forcejeo que duró cinco minutos. Llegó el agente Derek Chauvin, lo mandó al suelo y aprisionó el cuello de Floyd con su rodilla mientras otros policías, Lane y Alexander Kueng, lo sujetaban por la espalda.
Varios vecinos comenzaron a grabar, incrédulos con lo que veían, lo que ocurría con sus móviles y los gritos de Floyd eran espantosos: “¡No puedo respirar!”, le decía a Chauvin. Empezó a rogar por su madre, pero Chauvin ni se inmutaba, seguía firme. Tanto, que lo mató después de ocho minutos y 46 segundos exactamente de aprisionarle el cuello con su rodilla.
El ‘Black Lives Matter’: la reacción de todo un país y la condena
Estados Unidos se echó a la calle. Se generó un movimiento antirracista que fue bautizado como Black Lives Matter. Por su parte, Chauvin fue acusado de tres cargos: homicidio involuntario en la comisión de un delito grave, homicidio involuntario con desprecio por la vida y homicidio accidental. Por el juicio, que se inició el 8 de marzo de 2021, pasaron más de 38 testigos de los 400 propuestos.
El 20 de abril de 2021, Chauvin escuchó la sentencia del juez Peter Cahill fue condenado a una pena de 22 años y medio por homicidio simple y 21 años por violación de derechos civiles. A día de hoy, Chauvin está en la cárcel de máxima seguridad de Oak Park Heights, de las más vigiladas de Estados Unidos.
George Floyd fue enterrado en un ataúd de color dorado y se encuentra en el cementerio de Perland junto a su madre. La esquina en la que perdió la vida fue bautizada con su nombre y las leyes de Minnesota sobre las inmovilizaciones en el cuello por parte de la policía fueron abolidas.
