El efecto contrario, como suele ocurrir en muchos casos cuando se crea una normativa sobre un tema en concreto. Es lo que ocurrió con la regulación de las bolsas de plástico de los supermercados, por las que desde hace unos años se paga una cantidad de dinero cuando las pedimos a la hora de hacer la comprar e ir a casa. Nada más y nada menos que 127 apostaron por tomar medias para mejorar reducir su ‘consumo’ con el objetivo de hacer recapacitar a los clientes en cuanto a su uso, pero con el paso del tiempo la utilización de las mismas no ha disminuido de la manera esperada. Como prueba, el estudio realizado por el Journal of Marketing Research.
¿Qué está pasando con las bolsas de plástico en los supermercados?
Desde este organismo se analizaron las políticas llevadas a cabo en las ciudades de Austin y Dallas, Estados Unidos, que prohibían las bolsas de un solo uso o las gravaba con un pequeño coste. Estas normativas, que posteriormente fueron derogadas, tuvieron un efecto contrario al deseado ya que los consumidores comenzaron a comprar bolsas de plástico en los supermercados con el fin de darle otro uso en casa, como por ejemplo utilizarlas como bolsas de basura. Esto se confirmó mediante el análisis de datos de los escáneres de los códigos de barras.
Con las medidas presentadas en un primer momento el objetivo era claro, cambiar los hábitos de los consumidores respecto a las bolsas de plástico. Se esperaba que se apostara por parte de la sociedad por bolsas reutilizables de tela o yute, pero no hubo éxito. Lo que creció fue la adquisición de bolsas de plástico. Esto puso en entredicho la eficacia de las políticas ambientales llevadas a cabo en ambas ciudades del estado de Texas.
En Austin, ciudad con una población cercana al millón de habitantes, la normativa estuvo vigente durante cinco años y se tuvo que retirar porque no funcionó. Cerca de un 40% más de bolsas de plástico se compraron durante este periodo. En Dallas, con 1.3 millones de habitantes aproximadamente, los hábitos cambiaron para bien en el primer tramo del estudio pero al año volvieron a los datos que había antes poner en marchas las medidas, que también duraron cinco años.
No se logró concienciar a la población con estas medidas medioambientales, pero el estudio señala que las políticas podían haber beneficiado y mucho al medioambiente de haber logrado reducir el uso de las bolsas de plástico a la hora de realizar compras en los supermercados. Hay datos reseñables en la investigación del Journal of Marketing Research, como el referente a la ciudad de Dallas y sus habitantes. Allí, sus consumidores necesitarían usar una bolsa menos por cada siete veces que acuden a un supermercado.
También se sacaron datos de Austin, con una bolsa menos por cada cinco desplazamientos. Todo para compensar el aumento de bolsas de basura. Los resultados obtenidos resaltaron además la importancia de reducir pequeñas cantidades de residuos de plásticos en el corto plazo, pues podrían tener un impacto positivo acumulativo.
La lección, aprendida
El estudio aporta lecciones muy valiosas sobre los efectos no deseados de las políticas ambientales y sugiere que estas dinámicas pueden desarrollarse también en otras áreas, como por ejemplo el consumo de las bebidas azucaradas, la eficiencia energética y los incentivos de salud, entre otras. Uno de los ejemplos que se destacan, gravar las bebidas azucaradas podría conllevar un incentivo a los consumidores para apostar por alimentos menos saludables, por lo que se compensaría parcialmente los beneficios buscados.
Para aquellos que están inmersos en la ecología y la sostenibilidad, los hallazgos del estadio realizado ponen de relieve la necesidad de un diseño más robusto de las políticas públicas con la intención de minimizar los efectos secundarios no deseados. Asimismo recalcan la importancia de complementar las regulaciones con campañas educativas que busque el cambio de comportamiento en temas de sostenibilidad a largo plazo.
En definitiva, se considera que las políticas ambientales no deben evaluarse sólo por el impacto directo que generan y deben tener en cuenta los efectos secundario y la posibilidad de transformar los hábitos de consumo. Por ello determinan que con un enfoque global será posible el avance hacia un futuro más sostenible.
