Spotify y Amazon Music saben perfectamente que cuando pones esa canción que tanto te gusta en bucle algo te pasa por la cabeza. Es algo que todos hacemos de vez en cuando, reproducir la misma canción una y otra vez, si bien nunca nos habíamos parado a pensar en qué se esconde detrás de ese comportamiento repetitivo, más allá de que alguien te suelte que ya estás otra vez con la misma cancioncita o de que tú la recites continuamente, una y otra vez, como si fuera la única compuesta por tu grupo o tu cantante favorito. No es una manía, ni tampoco es una obsesión. Tiene una base científica, según ha desvelado la psicología, relacionada con determinados rasgos de la personalidad.
Según desvelan diferentes estudios recopilados por Psycology Today, este patrón de comportamiento tiene que ver con determinados aspectos comunes a muchas personas, como son la tendencia a la introspección, como es la inclinación a sentir nostalgia o como la búsqueda que los seres humanos hacemos del sentimiento positivo y de una gratificación inmediata. Claro está, no siempre entran todas estas pretensiones en el mismo combo, dado que a veces es una canción alegre lo que te pones como si no tuviera fin, y otras, una más triste y que te puede hacer incluso llorar. Sin embargo, en cualquier caso tu tema favorito del momento viene a ser un refugio para ti en todas estas circunstancias.
Según desvelan esos estudios psicológicos, esta repetición en bucle tiene que ver con los procesos mentales y emocionales que atraviesan las personas en el momento específico en el que caen en esta conducta. No es solo que la letra sea de esas que te parten el alma o que la melodía te anime a mover las caderas: es que cuando la canción suena en bucle lo que estás haciendo es, inconscientemente, tratar de autorregularte emocionalmente, ya sea alegrándote o favoreciendo esa llorera que de repente te ha entrado, al más puro estilo Michael Scott en el capítulo aquel de ‘The Office cuando rompen con él, o bien tratando de procesar algunos recuerdos.
Cómo influye en ti repetir esa (dichosa) canción
Expertos en psicología advierten en las conclusiones de sus investigaciones de que escuchar una canción en concreto viene a ser una herramienta de la que se vale el cerebro para regular tu estado de ánimo, en el que influye calmando la ansiedad, reforzando tu alegría o ejerciendo como canal para procesar las emociones que quieres dejar aflorar como la tristeza. De manera consciente o inconsciente, porque a veces nos regodeamos en nuestros sentimientos -incluso en los tristes-, estamos buscando generar una emoción -que puede ser positiva- prolongada durante el tiempo en que la letra o la melodía duran.
A veces, muchas, esta conducta tiene que ver con el mismo procesamiento de esas emociones; te pones la canción o la repites porque sabes que es una manera de dejar salir el duelo por una pérdida, porque sabes que te tranquiliza o porque te recuerda a un momento feliz. Es, de algún modo, una suerte de autoterapia, que en algunos casos puede estar relacionada también con la nostalgia, puesto que la música tiene ese poder evocador de llevarnos a otra etapa de nuestras vidas; quizás, aquella en la que descubrimos la canción o a la persona con la que la solíamos compartir. De esta manera, el bucle viene a reconectarnos con nosotros mismos y con nuestra identidad, a aportarnos pertenencia… incluso aunque duela.
Pero no todo es morriña, nostalgia, saudade, lágrimas o emoción, entendida esta palabra como sinónimo de un baño de lágrimas. Repetir una canción también tiene una base neuroquímica, pues el cerebro estará generando en esos instantes placer a través de la liberación de dopamina. El estribillo, que cantas a pleno pulmón, o esa parte en la que rompe la canción y te mueves como un loco, generan una sensación de de alegría que también nos regula en ese instante, lo que supone una de las respuestas que la psicología da a la dichosa canción y a que la repitas mil y una veces, de ahora en adelante, sabiendo su razón.
