Las restricciones para los vehículos con etiquetas B y C están a punto de endurecerse en toda España. La Ley del Cambio Climático y Transición Energética ha marcado un antes y un después en la movilidad urbana, obligando a que todas las ciudades con más de 50.000 habitantes establezcan Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) antes de 2023. Este movimiento, que afecta a más del 50% de la población española, tiene como objetivo reducir la contaminación y mejorar la calidad del aire en las grandes ciudades.
Las etiquetas B y C son distintivos medioambientales otorgados por la Dirección General de Tráfico (DGT) a los vehículos en función de sus emisiones contaminantes. Los coches con etiqueta B, de color amarillo, corresponden a aquellos vehículos de gasolina matriculados desde 2001 y diésel desde 2006 que cumplen con normativas de emisiones anteriores a las más recientes. Por otro lado, los coches con etiqueta C, de color verde, incluyen vehículos de gasolina matriculados a partir de 2006 y diésel a partir de 2015, cumpliendo con las normativas de emisiones más actuales.
Restricciones inminentes en las Zonas de Bajas Emisiones
El año 2025 marcará un punto de inflexión para los conductores de coches con etiquetas B y C. A partir de esa fecha, ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao y Palma de Mallorca comenzarán a implementar restricciones más severas que limitarán drásticamente el acceso de estos vehículos a las ZBE. En Madrid, que ha liderado el camino con su Zona de Bajas Emisiones en el Distrito Centro, se prevé que estas limitaciones se extiendan a otras áreas de la capital, afectando a millones de vehículos.
Cataluña es una de las comunidades que planea aplicar restricciones más estrictas. Desde el 1 de enero de 2026, los coches con etiqueta B no podrán circular por ninguna ZBE en días con alertas de contaminación, y para 2028, la prohibición será total y permanente. En Palma de Mallorca, el enfoque será gradual, comenzando con la restricción de coches sin etiqueta en 2025, seguida de los vehículos con etiqueta B en 2027 y, finalmente, los de etiqueta C en 2030.
Impacto de esta medida
Para los conductores que poseen vehículos con etiquetas B y C, las nuevas restricciones suponen un desafío significativo. Con la capacidad de circular y aparcar en las grandes ciudades cada vez más limitada, muchos se verán obligados a considerar la compra de vehículos más ecológicos o recurrir al transporte público. Sin embargo, la transición hacia vehículos eléctricos o híbridos no es sencilla. La infraestructura de recarga en muchas zonas aún es insuficiente y los incentivos económicos para facilitar este cambio, aunque presentes, no siempre resultan suficientes para todos los bolsillos.
Además, estas restricciones están provocando un cambio notable en el mercado de automóviles de segunda mano. Los vehículos con etiquetas B y C podrían ver una depreciación acelerada, mientras que la demanda de coches eléctricos e híbridos podría incrementar sus precios. Este fenómeno podría crear una brecha aún mayor entre quienes pueden permitirse la transición hacia vehículos más limpios y aquellos que no.
Pero es importante recordar que con el tiempo, estas acciones no solo cambiarán la forma en que nos movemos por nuestras ciudades, sino que también contribuirán a la lucha global contra el cambio climático.