De acuerdo a los datos proporcionados por el Barómetro Sanitario de 2024, un 18,2% de la población española acudió al menos una vez en el último año a una consulta por problemas de salud mental o malestar emocional. En la actualidad los trastornos depresivos son los problemas de salud mental más frecuentes que se registran en el historial clínico de la población, con 47,8 casos por cada 1.000 habitantes tras la ansiedad y la enfermedad del sueño.
En ocasiones, las personas no consultan por falta de información y porque no saben bien qué les ocurre ya que la tristeza que sienten se confunde a veces con otros problemas de salud mental. Sobre ello habla María José García Rubio, profesora de Neuropsicología Clínica y Neurociencia global: “La tristeza es una emoción normal, adaptativa y temporal, que suele mejorar con los días o cuando cambia la situación que la provoca”. La depresión, en cambio “se caracteriza por una intensidad mayor, persistencia en el tiempo y la incapacidad de experimentar placer ocasiones positivas”.
Así, en opinión de García Rubio, “es importante no banalizar el término depresión” porque todos podemos pasar por momentos de tristeza, ansiedad o duelo, pero “no siempre hablamos de una depresión clínica”. Para que se hable diagnostique así “debe hacerse por un profesional, basándose en criterios clínicos bien definidos”.
La depresión “además de la tristeza profunda y persistente, suele ir acompañada de pérdida de interés en las actividades cotidianas, de cansancio y de alteraciones en el sueño y de pérdida de apetito y de la concentración. No es simplemente estar triste, es una condición que afecta de forma global a la persona”.
Las razones de una depresión
Los motivos por los que aparece una depresión no siempre están claros y puede que no sea sólo uno: “Puede ser el resultado de la interacción de factores biológicos (predisposición genética, alteraciones en neurotransmisores), psicológicos (rasgos de personalidad, baja autoestima, estilos de afrontamiento) y sociales (estrés laboral, problemas económicos, aislamiento, experiencias traumáticas)”, explica García Rubio. Añade que en ocasiones “se combinan varios de estos factores”.
Los síntomas de una posible depresión
Al tratarse de una enfermedad sin una causa clara y con factores de riesgo de diferente índole, no se puede decir que haya un perfil único de paciente. Sin embargo, tal y como señala García Rubio, “sí se observa una mayor prevalencia en mujeres, en edades intermedias y en personas con antecedentes familiares”. También asegura que “es más frecuente en quienes han vivido situaciones de adversidad, violencia, pérdidas significativas o enfermedades médicas crónicas”.
Lo anterior no significa que el resto de personas no pueda padecer una depresión. Así, algunos signos de esta enfermedad son:
- Tristeza persistente durante la mayor parte del día.
- Pérdida de interés o placer en actividades habituales.
- Fatiga o falta de energía.
- Sentimientos de inutilidad o culpa excesiva.
- Dificultades de concentración.
- Cambios importantes en el sueño y apetito.
- En casos más graves, pensamientos de muerte o suicidio.
Para García Rubio, “cuando estos síntomas duran más de dos semanas, interfieren en la vida laboral, social o familiar, y no mejoran con el paso del tiempo ni con medidas habituales de autocuidado, es importante sospechar que no se trata solo de un mal momento”.
Saber lo que hay detrás
Antes de empezar a valorar un posible tratamiento de la depresión es importante conocer los factores de riesgo que están detrás. Entre los más habituales están “el estrés laboral, la inestabilidad económica, el aislamiento social, el uso problemático de redes sociales y la falta de conciliación familiar”. En su opinión, “el estrés crónico y la soledad son los fallos que más influyen en el desarrollo de la depresión hoy en día”. Por tanto, la clave es “un abordaje individualizado y un seguimiento adecuado”.
