Como las nuevas tecnologías, hay dispositivos nuevos de reciente invención que han cogido auge en los últimos años y forman cada vez más parte de nuestras vidas. Ha pasado con los patinetes eléctricos, que cada vez hay más, y pasa con los drones, esa tecnología no tripulada que algunos optan por comprar para hacer de las fotos de sus vacaciones unas más bucólicas y especiales. Y si la extensión de los primeros ha obligado legislar para la mejor convivencia entre patinetes y peatones, la necesidad de hacer valer determinados derechos obligó a que el uso de los drones esté también regulado, de tal manera que es necesario tener cuidado con ellos para no violar ninguna ley.
Fue en enero de 2021 cuando el Reglamento de Ejecución (UE) 2019/947 entró en vigor en toda la Unión Europea y determinó que el uso de los drones -obviamente, también en España- debía cumplir ciertos requisitos, por cuyo cumplimiento vela la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Con base en esta legislación, existen tres categorías de vuelo, abierta, específica y certificada, y se empezó a considerar que incluso aquellos que son aparentemente inofensivos, y que podemos pensar que no dañan a nadie, pues consisten en captar imágenes en entornos urbanos o paisajes como los que podemos estar viendo en vacaciones están sujetos a normas.
Registro obligado y multas por volar drones
Entre los requisitos que la normativa incluye, está el darse de alta como operador de drones en la web de AESA siempre que nuestro dispositivo pese más de 250 gramos o tenga cámara, algo que suele suceder en la gran mayoría de casos. A esto, que es obligatorio, se le añade otra cosa que puede hacerlo engorroso a ojos de los interesados, como es la realización de una formación, online y gratuita, pero también impepinable para sacar el dron a pasear, uno que, además, debe estar marcado con el número de operador que obtengamos.
Asimismo, la reglamentación exige contratar un seguro de responsabilidad civil y contar con permiso del Ministerio del Interior para volar sobre entornos públicos cuando vayamos a hacerlo.
Y como donde hay ley hay castigo si esta no se cumple, existen varios tipos de sanción para aquellas personas que se salten a la torera las indicaciones anteriores, empezando por los 60 euros y alcanzando nada más y nada menos que los 225.000 euros. Así, existen infracciones leves, que pasan por volar sin seguro o sin marcar el dron, cuyas multas van hasta los 45.000 euros, las graves, por las que se imponen sanciones de hasta 90.000 en casos en los que el vuelo sea sobre áreas restringidas o sin la formación obligatoria, o muy graves, que marcan ese tope mencionado y se imponen cuando el vuelo afecte a la seguridad pública o a infraestructuras críticas.
Un británico en Tenerife
Bien es sabido que el desconocimiento de una norma no exime del castigo, y si no, que se lo pregunten a un turista británico que se expuso a una sanción de esas últimas, de hasta 225.000 euros por una conducta tipificada como muy grave, después de volar un dron durante los festejos de la Virgen del Carmen, el pasado 15 de julio, en Puerto de la Cruz (Tenerife).
Según informó la Policía Nacional, el turista no contaba con el título formativo y obligatorio, tampoco con el seguro de responsabilidad civil, ni había comunicado que iba a volar su aeronave, como hizo, además, en una zona urbana y con mucho público, en la que la coincidió con varios drones más, aunque, los demás, debidamente autorizados.
Terminado el evento, la policía -que había volado también un dron por razones de seguridad- localizó al piloto en el Hotel Las Águilas, donde explicó que, efectivamente, no conocía la normativa vigente, y donde reconoció que sí, que él había sido el intrépido aventurero que había volado aquel dron. La consecuencia fue que este le fue requisado y que los agentes dieron parte a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea para que realizase el correspondiente expediente sancionador.