Nada más y nada menos que 100 kilos de comida a la semana. Esta es la cantidad que de media se tira en los comedores escolares en España. Aunque se ha reducido un 20% el desperdicio en los últimos cinco años, en nuestro país se tiran a la basura más de 1.100 millones de kilos de alimentos al año. Los datos, que han indignado a las familias, se han conocido tras las medición realizada por la ONG Enraizando Derechos en centros educativos de la Comunidad de Madrid y País Vasco.
Los primeros platos en los comedores, lo más desperdiciados
No sorprendió a la ONG el resultado de la medición inicial: de media, aunque con realidades distintas, se tiran al día 20 kilos de comida de los que se dejan en el plato los alumnos de primaria y secundaria. Son más los mayores, que se dejan a diario 73 gramos, por 68.2 de los de primaria. También hay diferencia entre los colegios con cocina propia y catering, siendo estos últimos en los que más se desperdicia.
En cuanto a los platos, los primeros son los que en mayor medida acaba en la basura, un 41,5%. Le siguen los segundos con un 34% y el postre, sobre todo fruta, con un 17%. El 17% restante es el pan.
La sorpresa y las medidas
Cuando los alumnos veían imágenes de los desperdicios, la reacción era de asombro, aseguró Mari Cruz Martín, encargada del proyecto: “En algunos coles que hemos realizado los talleres pudiendo ofrecer esas fotografías de los coles, algunos alumnos de quinto y sexto de primaria que estoy hablando nos decían, pero todo eso es nuestro, qué vergüenza, ¿en serio?”.
Para evitar tanto desperdicio, en algunos centros educativos que colaboraron, se buscó reducir la cantidad de comida que pasa del plato del estudiante al cubo de basura. Esta acción estuvo acompañada de diversas actividades para concienciar a los más pequeños, pero también conocer las razones por las que no se comen su menú entero y proponer soluciones.
La prisa por salir al patio y los menús que no les gustan son las razones que dieron algunos alumnos. Una de las recomendaciones que dio la ONG fue la de “planificar menús más flexibles, adaptar las cantidades. No es lo mismo la ración de un niño de 6-7 años que uno de 12 y a veces sí que vemos raciones que igual pueden desincentivar a comer a cada pequeño.
Darles la opción de repetir sirviéndoles un poquito menos tal vez ayude a que se lo coman mejor. Hemos recomendado sobre todo que el pan y la fruta se sirva de una forma más comedida, pues que los trozos de pan sean un poco más pequeños en aquellos centros que hemos identificado que igual era suficiente con poner un poquito menos de pan o que las piezas de fruta se sirvan a la mitad”.
En cuanto a las empresas de catering, la recomendación fue la de “reforzar cosas que ya hacen como gestionar sistemas de compra, almacenamiento y mantenimiento y cocinado de los productos, que los hagan apetecibles, que se utilicen productos frescos, locales y de temporada, que animen más a los chicos y chicas a comer variado, rico y que lo coman con ganas. Y luego a recoger y clasificar el sobrante para poder gestionar ese excedente”.
Los cambios ya tienen efecto en los comedores
Con estas recomendaciones, los datos ya son más positivos, se comprueba una mejora en los mismos. Algunos centros, asegura Martín, “ya ha reducido un 10%” el desperdicio que van del plato del estudiante a la basura. Un caso de gran éxito es el Rufino Blanco de Madrid, donde tras la intervención se ha conseguido reducir un 47% el desperdicio de alimentario del comedor.
