No hay dudas en la Unión Europea, el organismo tiene claro que va con todo en su lucha contra el cambio climático y ha dado un paso al frente para ganarla. En 2025, dentro de unos días, se producirán cambios importantes en los Estados de nuestro continente y estos no podrán subvencionar calderas que funcionen de manera exclusiva con combustibles fósiles.
Y va todavía más allá, aunque queda un tiempo para que llegue otra medida importante. En 2040 se prohibirán de manera tajante. Esta medida se aprobó en el Parlamento Europeo con más de 370 votos a favor, por 199 en contra y tiene como objetivo perseguir la descarbonización del sector de la construcción, que es el causante de las emisiones de CO₂ en Europa.
La legislación vigente en estos momentos en el continente europeo apuesta por el uso de las energías renovables y las tecnologías sostenibles en la calefacción, como las bombas de calor, las calderas híbridas y las redes de calefacción urbana. Es más, según avanzan en varios medios, las calderas híbridas, las cuales combina sistemas tradicionales con fuentes renovables, mantendrán las ayudas desde la Unión Europea. No hay expectativas tan buenas para aquellas instalaciones que dependen exclusivamente de petróleo y gas, sobre las que planean dudas en cuanto a su futuro.
Reducción de facturas
Los que apoyan estas medidas consideran que el beneficio que promueve esta normativa va a más allá de su repercusión en el medioambiente. Según el eurodiputado Ciarán Cuffe, de los Verdes, habrá noticias positivas para los sectores más vulnerables de la población puesto que verán reducidas las facturas y también se combatirá con la pobreza energética mientras que “se generan miles de empleos de calidad en toda Europa”, añadió el político irlandés.
El fin de las calderas: el impacto en España
En nuestro país son muchas las viviendas en las que se utilizan combustibles fósiles para su calefacción. Por tanto, en España estaremos obligados a adaptarnos de manera rápida a la normativa del gobierno europeo. Para ello, desde el mismo se pondrán en marcha una serie de programas de ayudas destinadas sobre todo a los hogares con menos recursos económicos. Así, habrá subvenciones y créditos blandos para cubrir los elevados costes de instalación de sistemas sostenibles como son las bombas de calor.
En España, al igual que en otros países, el cambio no será de un día para otro. No será fácil ver los resultados en un corto periodo de tiempo. La estructura de muchos de los edificios en nuestro país, especialmente aquellos que están en las zonas rurales, el cambio de las calderas que hay en la actualidad por otras con una tecnología más avanzada resultará un desafío técnico y económico. A esto hay que sumar que desde el Gobierno, tanto el nuestro como el de otros países miembros de la Unión Europea, habrá que llevar a cabo estrategias para que esta transformación no se convierta en una carga insostenible para las familias.
Estamos ante una directiva ambiciosa por parte de la Unión Europea, pero también tiene excepciones por ejemplo en cuanto a calderas de gas y petróleo. Estas podrán seguir usándose en edificios históricos como iglesias y otros en los que la instalación de alternativas renovables sea inviable. Además, en países como Polonia o Hungría han expresado su preocupación por el impacto que tendrá este tipo de medidas en términos económicos, tanto para el país como para el coste la energía.
Pero está claro lo que busca la Unión Europea, mantenerse firme en su compromiso con el Pacto Verde Europeo y avanza hacia su objetivo de lograr la neutralidad climática para 2045. En cuanto a nuestro país, la meta está en dejar atrás los combustibles fósiles y decidirse por sistemas mucho más eficientes y sostenibles.