Ismael Vega es un veterano pastor de los Picos de Europa, con una gran experiencia a sus espaldas, que confirma la leyenda de que en Asturias “se apaga el sol dos veces al día cada tarde, un misterio que sólo nosotros conocemos”. No se trata de un truco de la vista ni del comienzo de un cuento, sí de un fenómeno tan real como las rocas que lo rodean, un secreto guardado por la montaña. Lo que ocurre cada tarde despejada es difícil de imaginar para los que no lo han presenciado.
El sol inicia su descenso y, de repente, se oculta por completo tras la silueta de un picacho cercano al Naranjo de Bulnes y deja el valle en una penumbra prematura. Parece que el día ha terminado, pero luego sucede lo impensable. El sol vuelve a asomar por el otro lado del pico, resucitando la luz y el calor durante unos minutos más.
Una relación entre el cielo y la tierra
Se podría dar una explicación científica, hablar de la orografía y de la perspectiva única desde este punto concreto de la geografía asturiana. Pero, para Ismael, este doble ocaso es simplemente la forma que tiene la montaña de despedir el día, una conversación íntima entre el cielo y la tierra. A pesar de que ha visto este fenómeno miles de veces, todavía se emociona con “un misterio que sólo nosotros conocemos”.
Su conocimiento no viene de los libros, sino de una vida entera observando, sintiendo y respetando el entorno. Para este hombre de la montaña, la verdadera sabiduría reside en aceptar que hay fenómenos que no necesitan ser explicados, solo admirados. Es un legado inmaterial que pasa de padres a hijos, una verdad tan sólida como el macizo que lo cobija, y que defiende este veterano pastor de los Picos.
Otro ritmo de vida
En dicho lugar, el reloj es un objeto que no tiene utilidad, el tiempo lo marcan las sombras que se alargan por el valle, el balido de las ovejas que buscan el calor del redil y el primer brillo de la luna. Ismael reconoce que la soledad es dura, pero también es un privilegio que le permite ser testigo de maravillas como esta doble puesta de sol, un evento que le recuerda el por qué eligió esta vida y no otra.
El silencio de las alturas tiene su propio sonido, una melodía compuesta por el viento, el canto de un pájaro y el crujido de la roca. En este escenario, la rutina diaria se convierte en un ritual de conexión profunda con lo esencial, muy alejado de las distracciones y el ruido del mundo moderno.
Un secreto de Asturias que pocos conocen
En el lugar, no hay vallas ni carteles que prohíban el paso, pero este espectáculo no aparece en las habituales guías turísticas que dan a los visitantes. Para presenciarlo es necesario estar en el lugar exacto, en el momento preciso y con el cielo despejado, una combinación de factores que sólo la convivencia diaria con el entorno puede garantizar. Es un secreto a voces que la montaña sólo desvela a quienes se han ganado su confianza, como es el caso de Ismael Vega.
El doble ocaso es algo más que un simple fenómeno óptico. Es un símbolo de una forma de vida que se resiste a desaparecer, un recordatorio de que en los rincones más salvajes de nuestro país todavía palpitan misterios. Para Vega, todo se resume con sencillez aplastantes: es la prueba d que “aquí se apaga el sol dos veces”.
