La condición de autónomo implica responsabilidad por tener que gestionar un negocio propio y también un riesgo de depender en muchas ocasiones de un tercero, que es el cliente. No suele haber muchas ventajas para este tipo de profesionales, que en muchas ocasiones ven como no pueden facturar, generar ingresos, porque no encuentran para quién trabajar, para el que lo hace no le puede pagar o cualquier otra circunstancia.
Como tal, un autónomo sin ingresos o con ingresos bajos es aquella persona que desarrolla su actividad profesional por cuenta ajena y no supera los 1.000 euros en ingresos durante un año. En estas condiciones, no tiene la obligación de realizar la Declaración de la Renta, pero tiene la opción de hacerla.
Hacienda y Seguridad Social exigen el cumplimiento de las obligaciones
Las obligaciones con el fisco hay que cumplirlas, son obligatorias para todos. Lo exige tanto Hacienda como la Seguridad Social, que incluye entre ellas el pago de la cuota de autónomos y las declaraciones fiscales, a pesar de que estas tengan cero como resultado.
Así, en el caso de la cuota de autónomos, el importe mínimo es de 200 euros mensuales, aunque la cantidad que se pague finalmente dependerán de la base de cotización acorde a los ingresos estimados. Este pago se realiza mediante domiciliación bancaria automática, por lo que es clave tener saldo suficiente en la cuenta.
Si un autónomo no realiza el pago de las diferentes cuotas se expone a los siguientes recargos:
- Un 10% si se realiza el pago durante el primer mes tras la fecha límite.
- Un 20% tras el primer periodo de recargo.
- Un 35% si se inicia el procedimiento de recargo.
El trabajador autónomo no sólo tiene que realizar el pago de la cuota mensual acorde a su base de cotización, también deberá presentar las declaraciones trimestrales de impuestos a pesar de que no haya facturado. Si no se hace, aunque no tenga ingresos, esto puede conllevar sanciones por parte de Hacienda. Hablamos del modelo 303 de IVA, en la que se pueden incluir los gastos que se tuvieron para declarar el IVA soportado para deducirlo.
Un sistema de cotización adaptado a la situación económica
Con el nuevo sistema de cotización por ingresos reales, que data de 2023, los autónomos pueden ajusta su cuota en función de lo que ganen. Esto permite que se pueda modificar la base cotización hasta seis veces al año, siempre que se realice durante los plazos establecidos.
Esto permitirá adaptar la cotización a la situación económica del autónomo dentro de los límites fijados por la normativa. Para hacerlo, de acuerdo a lo que exige la Seguridad Social, se deberá solicitar el cambio antes del 30 de junio para que entre en vigor en el mes pretendido.
El sistema de cotización actual cuenta con 15 tramos de ingresos con unas bases máximas y mínimas entre los que el trabajador deberá escoger en función de sus perspectivas de negocio. Estas se podrán actualizar cada dos meses y hasta un máximo de seis al año. Elegido el tramo, los autónomos deberán asumir su cuota mensual, que será revisada de manera anual.
Para que sea posible confirmar las bases de cotización del autónomo en función de sus ingresos, la Seguridad Social cruza los datos con los que obtiene la Agencia Tributaria para comprobar si la previsión de los ingresos coincide con los rendimientos reales declarados en la renta. Si el trabajador autónomo ha cotizado de más, tendrá una devolución. Por el contrario, si ha cotizado por debajo de lo que le correspondía, deberá abonar la diferencia.