Cuando se habla de cocina, hay muchas voces autorizadas en nuestro país, pero una que mucha gente tiene en su cabeza desde pequeños: la de Karlos Arguiñano. Sus más de treinta años presentando programas de cocina en televisión le convierten en alguien respetado y a quien, sin lugar a dudas, hacer caso, como lo hacían nuestras abuelas cuando le escuchaban dar consejos. Uno de los últimos habría que aplicarlo a conciencia, y tiene que ver con la forma en que nos deshacemos del aceite usado. «El 90% de la gente lo tira por el fregadero. Aunque me escuchen, va a haber algunos que sigan haciéndolo, pero es una auténtica marranada», considera.
Así se lo ha hecho saber a sus seguidores en el programa ‘Cocina Abierta’, espacio que se emite diariamente en Antena 3 y donde no solo se ha hecho célebre por sus chistes y chascarrillos, tan esperados a veces, ni tampoco por esas recetas que parecen imposibles, y que luego no lo son tanto (porque con él uno las aprende). Karlos Arguiñano da a menudo tips y consejos para desenvolvernos mejor entre fogones y para cuidar tanto nuestros ingredientes como para, como es el caso del aceite, para deshacernos de los excedentes. «Habrá a quien le dé igual», lamenta, pero él tiene clara la alternativa: convendría pasar ese aceite usado a un vaso de vidrio o a otro recipiente y después reciclarlo.
La razón de Karlos Arguiñano
Aunque en medio de la seriedad del asunto Karlos Arguiñano bromeó también con que deshaciéndonos así de él, tirando el aceite por el fregadero, estamos «enviando nuestro colesterol a todas las cañerías de casa», lo cierto es que el chef lanzó a su audiencia un aviso de lo perjudicial que es para el medio ambiente este hábito. No en vano, tal y como refrenda a veces, esta costumbre tiene que ver con que muchas veces hemos visto hacer eso mismo a nuestros mayores, seguramente, por la falta de cultura o del conocimiento que existe en la actualidad, cuando sabemos que sí, que efectivamente, que deshacernos así del aceite está mal.
Como explicó el cocinero vasco, el aceite es un gran contaminante que a menudo ignoramos, puesto que un solo litro puede llegar a contaminar hasta mil litros de agua. Asimismo, puede haber un combo mayor, y es que eso que estamos tirando tenga ‘tropezones’; esto es, restos de otros ingredientes, como por ejemplo la harina o el pan rallado si hemos cocinado con ellos, de tal manera que, sumando, sumando, sumando, por cada vez que hacemos este gesto estaremos ensuciando cada vez más nuestro ecosistema, y no solo eso, sino que también podremos llegar a provocar un problema en los desagües por acumulación de restos o malos olores que pueden devolver las cañerías en una suerte de karma.
Un malgasto y un problema de las grandes ciudades
Con esta costumbre (o mejor dicho, manía; el sentido negativo de esta palabra le viene mejor a eso que tantas veces hemos visto hacer o hacemos), estamos malgastando el agua, puesto que la cantidad necesaria para que el aceite desaparezca y esta se purifique es mayor cuanto más se cae en ello. Con todo, Karlos Arguiñano achaca a la rutina diaria de estos males y de estos hábitos, puesto que considera que, sobre todo en las grandes ciudades, apenas tenemos tiempo para cocinar, el estrés nos devora y no nos paramos ni siquiera un segundo después de hacerlo para pensar si esa forma que tenemos de hacer las cosas es la más conveniente. Y no, no lo es, como el chef se ha encargado de recordar en uno de tantos consejos de salud asociada a la alimentación que da en su programa.
