Para gran parte de la población, la sandía es una de las frutas estrellas de estos meses de verano, en los que las temperaturas aumentan las ganas de comer alimentos refrescantes, hidratantes, ricos en antioxidantes y, además, bajos en calorías. Digamos que es considerado el alimento perfecto para llenarse sin que pase factura en cuanto al peso.
Pero no todas las sandías son iguales, no todas tienen el mismo sabor. Y elegir una que no termine por gustar provoca resignación, porque estabas esperando comerla durante mucho tiempo y cuando lo has ido a hacer no tenía el sabor esperado. Por ello, hay que saber buscar la sandía ideal, no es una lotería o golpe de suerte. Hay pequeños detalles, como por ejemplo la mancha que suele aparecer en la parte inferior, si es blanca o amarilla. Cuanto más intensa sea la tonalidad amarilla, más probabilidades de que esté dulce. Por el contrario, si es blanca, que fue recogida antes de tiempo.
Ni el tamaño ni el color
Julia Farré, nutricionista, destaca tres puntos a la hora de elegir una buena sandía. Hay que estar atentos a los que vemos en ella, a cuando la tocamos y al sonido que trasmite para lograr la mejor versión. Muchos son los que se guían por el tamaño o el color general de la cáscara, pero hay otras señales mucho más fiables que indican si estamos ante una fruta que se encuentra en su punto óptimo de maduración. Aunque a menudo pasan desapercibidas, cada característica puede revelar mucho más de lo que parece a simple vista.
En el momento ideal
Uno de los indicadores más evidentes es la mancha que suele aparecer en la parte inferior, según Farré. En ella “debe aparecer una mancha amarilla y no blanca”, una señal que nos dirá si la sandía ha estado reposado el tiempo necesario sobre el suelo mientras maduraba. Para la nutricionista, cuánto más intensa sea la tonalidad amarilla, más probabilidades habrá de que la sandía esté dulce. Por el contrario, si la mancha que apreciamos es blanca o muy clara puede significar que la pieza fue recolectada antes de tiempo.
Otros detalles a tener en cuenta al comprar una sandía
Otro tuco muy útil, aunque muchos crean que se trata de una leyenda popular, es darle a la sandía unos golpecitos suaves. Para Farré, “el sonido que se produce tiene que sonar hueco”. Ese eco es una señal clara de que la sandía contiene mucha agua y, por tanto, estará jugosa y refrescante, lo que busca la persona que la va a comer. Si el sonido es apagado o no existe, puede que la fruta esté pasada, seca por centro o haya perdido parte de la frescura que tenía.
También conviene observar el rabito de la sandía. Aunque en muchas ocasiones se venden sin el mismo, cuando está presente también nos aporta información relevante sobre el estado de la fruta. Farré comenta que “tiene que estar seco y rizado, si lo ves verde y tieso, no es una buena sandía”, advierte. Un rabito seco indica que la fruta se cortó en el momento adecuado, mientras que uno verde sugiere que todavía no estaba madura del todo.
Otro punto a tener en cuenta es el peso, un buen indicador. Según la experta en nutrición, al levantarla, deberíamos sentir que pesa bastante más de lo que aparenta: “Que cuando la veas y la cojas, digas: ostras, pesa más de lo que parecía”. Esa sensación de densidad suele significar que está cargada de agua, una buena señal de calidad.
Por último, la forma que tiene la fruta también puede darnos alguna pista. Farré recomienda elegir una sandía “lo más redonda posible, sin protuberancias extrañas” ya que una forma simétrica refleja un crecimiento regular, sin interrupciones ni alteraciones que puedan afectar su sabor o textura.