Uno de los malos tragos que los conductores pueden vivir en su experiencia es la de recibir una multa. Son gajes del oficio, que diría aquel; algo que puede pasar al menor despiste o hasta en situaciones cotidianas en las que no pensábamos que nos fuera a suceder. Según explica la Dirección General de Tráfico (DGT), hay una bastante habitual, que pasa por ser la que más se impone a la hora de aparcar, pese a ser aparentemente fácil de evitar. Esta sanción es la que tiene que ver con las prisas o la falta de atención que nos lleva a, sin darnos cuenta, no respetar las líneas que delimitan la plaza de aparcamiento donde has decidido dejar el coche.
Pisar la línea blanca que separa tu plaza de la del vecino, siquiera ligeramente, puede acarrear ese castigo, tal y como explica la DGT, incluso cuando la rueda solo hace eso, pisarla, y no la atraviesa, cuando no impide el paso o hasta cuando en ese preciso instante en el que te descubren no hay absolutamente nadie aparcado en el lugar contiguo. Ciertamente, que te dejen la receta en el coche o que te llegue a casa suena a un exceso de celo, a ser demasiado puntillosos, pero la verdad es que puede suceder, que te pueden denunciar por algo así, porque la ley es clara. Parafraseando el título de la película, no habrá paz para los mal aparcados…
Una multa con su lógica
Una multa siempre es una multa; nunca hace gracia, siempre incomoda y da la sensación de injusta, igual que le pasa al futbolista que ve una tarjeta. Por qué yo, por qué a mí, si era la primera vez… son pensamientos que a uno le vienen a la cabeza en situaciones así. Sin embargo, la normativa tiene lógica incluso en esos supuestos en los que no hay nadie al lado al que se le esté causando un perjuicio. Se trata, en el fondo, de una cuestión de puro orden y de respetar la convivencia. Porque puede no haber nadie cuando aparcas o cuando te vas a ir, pero en el tiempo en el que estás así, ahí, quizás sí. El objetivo, por lo tanto, no es castigar solo al que molesta, sino también a quien, con su conducta, no respecta el espacio y el orden.
Y luego está esa valoración del poquito que invade, del poquito que pisa. De no fijarse con claridad que está prohibido que tu rueda pise la línea que delimita la plaza de aparcamiento de al lado, sería completamente subjetivo si el poquito es suficiente o no. De esta forma, por ejemplo, se vela por que el sitio para que pueda aparcar otra persona al lado sea suficiente, puesto que para eso está pintado: las medidas de la plaza habilitan tanto a una persona con movilidad reducida aparcar en esa plaza, si está al lado una adaptada, o a alguien que tiene un coche más grande que el tuyo aparcar con facilidad y sin tener que maniobrar en exceso, que es a lo que puedes estar condenándole por hacerlo tú así.
80 euros de multa
Para ser sinceros, tampoco es que sea para tanto la multa. Si te pillan, pues haber aparcado bien… Son 80 euros, que duelen a cualquier bolsillo, y podrías habértelos ahorrado, pero no culpes al empedrado de lo que te pasa por no seguir las normas y aparca en condiciones. Solo así podrás evitar el castigo, porque nunca podrás saber si esa plaza que ahora está libre y que te da igual luego va a ser ocupada. Se trata de civismo, no de recaudación, defiende la DGT, de algo que deberías saber que te puede pasar, aunque muchos desconocen o ignoran, y no de que tu alcalde quiera aprovecharse de ti.
Y es que el Reglamento de Circulación, en su artículo 92, es claro y meridiano: la ley te obliga a estacionar tu vehículo dentro de los límites marcados, sin valorar si puedes pasarte un poquito o un muchito. La normativa sobre estacionamientos es estricta y no ha lugar a interpretaciones, por lo que la multa será, en esencia, la mera aplicación literal de la norma por parte de los agentes que te la impongan, así que si quieres ahorrártela, pon mucho cuidado y lo te pases de la raya…
