Con buen tiempo, los dueños de mascotas disfrutarán el doble de paseos por parques, jardines y otras zonas. Una actividad que será todavía más común de lo que se hace durante el resto del año. Pero no todo será positivo, pues también reaparece amenazas que pueden poner en grave riesgo la salud de nuestros animales. Una de ellas es la presencia de un insecto muy peligroso: la oruga procesionaria del pino. Ante tal problema, la Policía Nacional explicó la forma de actuar: acudir de manera inmediata al centro veterinario más cercano, incluso cuando no hay síntomas visibles.
¿Qué es esta oruga?
Cuando nos referimos a la oruga procesionaria del pino, hablamos de una larva que se desplaza en grupo formando una fila característica, como si fuese en procesión. De ahí es de dónde se coge su nombre. Su hábitat natural son los pinares, aunque también puede encontrarse en otros tipos de árboles como son los cedros o abetos. Aunque tiene una aspecto inofensivo, se trata de un oruga que está cubierta por unos pelos urticantes que liberan una toxina extremadamente irritante.
Son estos pelos que se desprenden con facilidad al mínimo contacto los que puede causar reacciones alérgicas graves no sólo en animales, también en las personas. Así, en los perros la gravedad del daño depende del grado de exposición, pero los efectos pueden incluir desde inflamación severa hasta necrosis de tejidos si la oruga entre en contacto con la lengua o la boca del animal.
Debido al importante aumento de casos registrados y las graves consecuencias que pueden darse, desde la Policía Nacional se publicó un mensaje en redes sociales en el que se manifiesta que la oruga procesionaria del pino representa un riesgo tóxico y potencialmente mortal para los animales y cualquier contacto con ella se debe considerar una emergencia veterinaria.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de la oruga procesionaria del pino suelen presentarse de forma inmediata y uno de los primeros signos visibles es el de la inflamación repentina del rostro, especialmente de la cara o del hocico, que suele estar acompañada por una salivación excesiva. También el animal puede mostrar un aumento de la temperatura corporal, junto con señales de decaimiento o apatía que no son normales, así como se puede observar que el perro presenta dificultad para tragar, respirar e incluso caminar. Otro síntoma muy común es que el animal comience a rascarse con insistencia la cara, intentando aliviar el malestar que le causa la toxina.
En el peor de los casos, la lengua del animal puede sufrir necrosis parcial, un daño irreversible que pone en peligro su salud y calidad de vida, puesto que puede tener problemas para comer con normalidad.
Veterinario y más actuaciones
Cuando hay sospecha, incluso cuando no la hay, como se dijo anteriormente es importante actuar lo más rápido posible y ponerse en contacto con un veterinario. La rapidez de respuesta puede ser clave en cuanto a la diferencia entre una recuperación completa y una complicación grave.
Antes de salir de casa se recomienda contactar con el veterinario para que el equipo esté preparado a la hora de recibir al perro. Incluso en casa, previamente, podemos intentar limpiar la zona afectada con agua tibia, arrastrando de una forma suave los pelos de la oruga pero sin frotar. Esto ayudará a reducir la cantidad de toxina en contacto con la piel o las mucosas, evitando que el problema empeore.
Una de las cosas más importantes es no restregar ni manipular la zona en la que se encuentra la oruga procesionaria del pino en exceso, puesto que los pelos urticantes podrían desprenderse fácilmente y podrían extenderse a otras zonas.
