La Comunidad de Castilla-La Mancha es una de las tierras de contrastes paisajísticos que van mucho más allá de los campos de cultivo o la imagen que se suele tener del interior peninsular. Así, entre sierras, valles y ríos, en esta región se esconde uno de los rincones sorprendentes que invitan al descanso y a la desconexión. Uno de los más especiales se encuentran en la provincia de Toledo y se trata de una playa fluvial al pie de una fortaleza medieval. Está en Escalona, un inesperado refugio para todas aquellas personas que huyen del calor y del bullicio de la gran ciudad.
A orillas del río Alberche, Escalona ofrece una alternativa refrescante sin necesidad de salir del centro peninsular. Es un lugar que impresiona porque en el mismo se puede ver un extenso arenal bañado por las aguas limpias del Alberche, sombras generosas bajo los árboles y, al fondo, la silueta del majestuoso castillo de Escalona, que vigila desde lo alto como testigo de siglos de historia. Aunque no se trata de una playa al uso, el entorno que lo acompaña transmite esa calma estival que muchos buscan para desconectar.
Ideal para las familias
Conocida como la playa de Calicantón, esta zona de baño natural es ideal para acudir con la familia ya que el cauce es poco profundo, la corriente es suave y el acceso cómodo. El río desciende al lugar desde la Sierra de Gredos y, cuando llega a Escalona, forma un entorno natural privilegiado muy apreciado tanto por los vecinos como por los visitantes, especialmente los fines de semana.
Estos son algunos de los aspectos que demuestran que, más allá del patrimonio histórico del que se puede disfrutar en la provincia, también el agua puede ser protagonista en esta tierra seca. Cada verano, familias de la provincia, y también de otros puntos como Madrid, se acercan para disfrutar de una jornada especial.
Un castillo casi mil años de historia
Junto con la playa, uno de los mayores atractivos de Escalona es su castillo, una imponente construcción cuya historia se inicia hace casi 1.000 años, en el momento en el que el rey Alfonso VI ordenó levantarlo en un cerro junto al río. A lo largo de los siglos, pasó por manos de nobles como don Juan Manuel, Álvaro de Luna o los duques de Escalona. Se convirtió en un bastión clave de la Castilla medieval y su grandeza llegó a ser tal que fue conocido como la Corte de los Prodigios.
Su casco histórico medieval, que conserva más del 70% del recinto, es una de joya tranquila que invita a pasear a todos los que visiten el municipio. La iglesia de San Miguel, reconvertida en colegiata, conserva en su lateral una calle porticada con elegantes arcos de piedra.
Otro punto a destacar y de visita obligada es la Torre del Agua, donde en la actualidad se encuentra la oficina de Turismo. También la Puerta de San Ramón, desde donde se puede abandonar el recinto amurallado para rodearlo caminando hacia el castillo, con el río acompañando el recorrido.
El equilibrio perfecto
Escalona es un lugar en el que podemos combinar naturaleza, historia y tranquilidad. Un pueblo medieval que ha sabido preservar su esencia y que en verano se transforma en un destino playero atípico, perfecto para aquellos que buscan desconectar sin recorrer largas distancias.
Con independencia del chapuzón, un paseo por el casco antiguo o una ruta a la orilla del Alberche, Escalona ofrece más de lo que uno puede esperar. Un claro ejemplo de que no es necesario ir al mar para disfrutar de una playa.