Para muchos, septiembre es uno de los meses más problemáticos. Se acaban las vacaciones y hay que volver a la rutina, al trabajo o a los estudios, lo que supone un desafío para la salud mental de millones de personas. Diversos estudios aseguran que con el fin de las vacaciones muchas personas se enfrentan a un cúmulo de emociones negativas, que van desde el estrés y la ansiedad a cuadros más graves como el burnout (síndrome del trabajador quemado) e incluso el trastorno de estrés postraumático.
El estrés marca la vuelta a la rutina de las vacaciones
De acuerdo al estudio de Unobravo, basado en mal de 1.000 encuestas a ciudadanos españoles con edades comprendidas entre los 20 y los 55 años, se confirma que septiembre está mercado por sentimientos predominantemente negativos. El estrés, con un 35.4%, es la emoción que más se asocia al periodo postvacacional, seguida de la ansiedad (28%), tristeza (23%) y las sensaciones de nostalgia (21,5%).
Francisco Rivera, de Unobravo España, asegura que “volver a la rutina tras el verano es un reto psicológico para la mayoría. La ansiedad, el estrés y la tristeza son reacciones normales a un cambio abrupto”. El experto destaca que estas emociones deben entenderse como una señal de que el cuerpo y la mente requieren de una transición más gradual.
El colectivo que más sufre
Con el fin de las vacaciones, el grupo de edad que más sufre un vaivén de emociones es el colectivo de 20 a 24 años. Cerca de la mitad (49%) asegura sentirse estresado y motivado (47%) a partes iguales durante el mes de septiembre. Lo que les produce esta sensación son las cosas de las que tienen que encargase, pero también volver a recuperar rutinas que habían abandonado en vacaciones.
A la incertidumbre en el aspecto personal y laboral, hay que añadir un contexto social y económico inestable, a lo que últimamente se suma la presión que ejercen las redes sociales en las que se intensifica la autoexigencia y el miedo “a no estar a la altura”. Así, el informe revela que un 48% de los jóvenes entre 20 y 34 años se siente atrapado en un ciclo de presión y expectativas de manera frecuente, frente al 31% de los adultos de entre 45 y 55 años.
Según las encuestas, las preocupaciones económicas (34%) y la sobrecarga mental (32%) son los principales focos de malestar durante el mes de septiembre. A ellas se suman las expectativas laborales (28,8%) y la compleja dinámica de las rutinas familiares (26,3%): “La corresponsabilidad en el ámbito familiar y una organización anticipada pueden aliviar cargas y mejorar la salud mental”, asegura Rivera.
La mayor presión, para las madres
Los progenitores, sobre todo las madres, son las que reportan mayor presión. Un 43,5% de ellas reconoce sentirse atrapada en un ciclo de obligaciones varias veces por semana, por un 35,8% de los padres. Además, el 40,7% de las mujeres con hijos asegura que no aprovechó lo suficiente el verano, diez puntos más que los hombres en la misma situación.
La vuelta al trabajo
La reincorporación laboral es diferente según el sector. En áreas como ventas, marketing y administración, los principales motivos de malestar son el burnout, el síndrome del impostor y la ansiedad, ligados a la presión por los objetivos y la exposición constante a métricas de rendimiento. En el ámbito de la auditoría y los entornos corporativos tradicionales, el regreso al trabajo se traduce en jornadas extensas y escasa flexibilidad, lo que conlleva la aparición de la ansiedad, desequilibrio entre vida personal y laboral y un importante riesgo de desgaste profesional.
Uno de los colectivos con mayor vulnerabilidad es del de médicos y residentes, que presentan tasas elevadas de burnout, ansiedad e incluso síntomas propios del estrés postraumático.