Este verano las costas españolas están siendo testigo de la aparición de columnas translúcidas que se pueden ver sobre las olas, algo que ha conllevado la curiosidad, y en algunos casos preocupación, por parte de los bañistas. Se trata de las salpas, que al contrario de lo que muchos consideran, no son medusas. A simple vista, su cuerpo parece un pequeño cilindro o barril que puede medir desde escasos milímetros hasta 10 centímetros de longitud. Pero tranquilidad, no son un peligro ya que son totalmente inofensivas para los bañistas ya que ni pican, ni liberan toxinas e incluso se pueden desintegrar cuando se tocan.
La razón de la aparición de las salpas
A diferencia de las medusas, las salpas carecen de tentáculos urticantes y por ello no representan ningún peligro para las personas. Su piel está recubierta de una membrana llamada túnica y a menudo habitan en colonias u organizaciones en cadena, que suelen ser de varios metros de longitud. Además, tienen la capacidad de bombear agua a través de sus sifones para desplazarse y alimentarse.
El motivo por el que han aparecido este verano en grandes cantidades está en el fitoplancton. Cuando este organismo se reproduce en exceso, sus densas poblaciones ofrecen más alimento para especies filtradoras, como es el caso de las salpas. Este fenómeno trae consigo un aumento considerable en el número de estos pequeños organismos transparentes, que junto con su forma de vida colonial, pueden generar hieras sorprendentes a lo largo de varias decenas de metros mar adentro.
Son muy frágiles
Las salpas tienen dos sifones, uno en cada extremo del cuerpo, que les permiten aspirar agua para desplazarse y filtrar su alimento: el fitoplancton. Este sistema hidráulico minimalista y efectivo les otorga movilidad sin la necesidad de apéndices como patas o tentáculos. Además, su cuerpo transparente deja ver el interior: a veces se puede ver un tono marrón o verdoso en su estómago, lo que indica que están consumiendo grandes cantidades de fitoplancton.
Esta transparencia, unida a su naturaleza blanda y gelatinosa, las hace extremadamente frágiles, ya que prácticamente desaparecen con tocarlas. Esto ha conllevado que muchos confunda esta especie con residuos plásticos o medusas, pero a diferencia de estas últimas las salpas no pican ni presentan ningún tipo de defensa activa.
¿Hay que preocuparse?
La respuesta es tajante, no. Las salpas son totalmente inofensivas para las personas y no representan ningún tipo de riesgo. Ni pican, ni liberan toxinas y, como dijimos, se desintegran al tocarlas en ocasiones. De hecho, su presencia puede ser un indicativo de una buena salud oceánica ya que muestra que hay abundante fitoplancton y esto implica que el ecosistema está funcionando y que se están dando procesos naturales de producción primaria.
Su rol ecológico
Las salpas, por tanto, desempeñan un papel esencial en el equilibrio del ecosistema marino al regular el fitoplancton, un diminuto organismo vegetal que produce gran parte del oxígeno que respiramos pero que cuando prolifera en exceso puede causar desequilibrios como la disminución de oxígeno en el agua o alternaciones térmicas. Al alimentarse de él, las salpas evitan estas acumulaciones.
En cuanto al carbono, al ingerir fitoplancton generan excrementos pesados que se hunden hasta el fondo marino, transportando dióxido de carbono y nutrientes a capas profundas. Este proceso, conocido como lluvia de carbono, contribuye a reducir el CO₂ en la atmósfera y mitigar el cambio climático
Por último, su valor en la cadena trófica es notable al servir de alimento a otros peces, aves marinas y otros invertebrados. Su abundancia atrae a fauna marina, lo que fortalece la biodiversidad y cierra el ciclo de vida de los océanos.
