Todo el mundo lo ha oído, y el que diga que no, miente: no hay una sola persona que no haya escuchado en su niñez o adolescencia un «¡siéntate bien!» de su madre, de su tía o de su abuela. En teoría, lo hacían casi por una cuestión de educación, por evitar que pusiéramos los pies donde no debíamos o tuviéramos una postura que no era la adecuada en compañía.
Pero qué bien nos vendría seguir escuchándolo cuando somos mayores y debido a una mala postura nos duele la espalda… Esta la llegamos a tener durante horas frente al ordenador, en casa o en la oficina. Porque no, una silla ergonómica no es suficiente para que las espaldas no sufran…
Ciertamente, cada persona es un mundo, y cada cuerpo responde de una manera diferente a según qué posición adoptemos a la hora de estar sentados. Hay quienes están cómodos de una forma que para nosotros no sería posible y viceversa; quien se sienta en el sofá con las piernas flexionadas como un indio o con un pie encima y la rodilla casi a la altura de la cara y quienes lo hacen más rectos que una tabla. A la hora de pasar horas sentado frente a una pantalla, esta última podría parecer mejor, pero tampoco lo es siempre, puesto que el cuerpo humano está diseñado para el movimiento, y no para parecer una estatua de madera durante horas.
No todas las espaldas son iguales, pero…
El que cada uno se sienta cómodo de un modo distinto no implica que no haya alguna postura o algún consejo determinado para evitar esos dichosos dolores. Por ejemplo, puede ayudar el que los dos pies estén sobre el suelo, pisando tierra firme, evitar que los hombros estén extremadamente caídos o una posición en la cual sufra el cuello, con él hacia adelante, puesto que si bien mantener las curvas de la columna es importante, mediante esta postura ‘cheposa’ podemos hacer sufrir al cuerpo. Sea como fuere, lo idóneo es que la postura cambie según avance la jornada, ya que incluso aquella que parezca correcta puede dañarnos si no nos movemos.
La parte contraria a esto, como puede ser cruzar las piernas o colocar los pies sobre la base de la silla (o incluso donde nos sentamos), puede derivar en problemas físicos en la pelvis, en la articulación o ahí, en la espalda, donde de vez en cuando sentimos un punto que nos hace encoger o estirar el cuerpo a ver si, de golpe y porrazo, como por arte de magia, desaparece.
Y es que una postura incorrecta no solo puede ser causa de incomodidad -o al contrario, también de comodidad-, sino de problemas de salud que nos pueden acabar llevando al fisio, cuando no directamente al médico para que nos recete algo para ese dolor de cabeza que de repente sentimos con frecuencia.
Otros consejos para evitar el dolor de espalda
Como quiera que no hay una solución mágica o una postura única para estar cómodo y cuidar tu salud a la larga, entre los consejos que dan los especialistas se encuentra el hacer ejercicios cada 45 minutos tales como estirar los brazos, girar el cuello o, directamente, levantarnos y dar unos pasos, algo que suena a descanso, pero que no está acompañado del café. Esto puede parecer una pérdida de tiempo, pero no lo es. Al contrario, se considera que ayuda a reducir el cansancio y que aumenta la productividad.
Otras maneras de estar cómodos pueden parecer inocuas, ya que no las relacionamos directamente con nuestra posición en la silla, pero sí tienen que ver con ello. Por ejemplo, es recomendable que la pantalla del ordenador esté a la altura de los ojos, de tal manera que para poder dirigir la mirada a ella no necesites agachar ni levantar el cuello.
Es interesante también que el ratón o el teclado estén siempre a la altura del codo, así como que si la silla no tiene un soporte lumbar, pongas un cojín. Para los pies, y para aumentar el confort, puede ser bueno tener un reposapiés, y si a todo esto le sumas una correcta iluminación, que permita que no tengas que estar cambiando de posición o inclinándote hacia la pantalla para ver mejor, lo estarás bordando…
