Cada vez son más las ciudades españolas que, ante la avalancha de turistas que reciben, se han propuesto tratar de compensar los efectos que tiene la masificación mediante un impuesto a los visitantes. En Galicia, primero fue Santiago de Compostela quien optó por implementar esa tasa turística, una senda que pretende seguir Vigo, que tras someterlo a debate desde hace tiempo ha iniciado los trámites para imponerla.
Así, el ayuntamiento vigués ha comenzado una consulta pública de 20 días hábiles -alrededor de un mes- para que los vecinos muestren su opinión sobre el cobro de una tasa a las personas de fuera que pernocten en la ciudad, así como a aquellos que la visiten en cruceros. Los pasos que seguirá a continuación la norma será un análisis de las sugerencias que los vecinos hagan, la redacción de la ordenanza y la aprobación posterior en la junta de gobierno local.
Según explicó el alcalde de Vigo, Abel Caballero, la tasa turística podría ser, según la ley de Galicia -aprobada por la Xunta- de «entre uno y dos euros y medio por persona y noche y hasta un máximo de cinco pernoctas», siendo la diferencia en esa valoración dependiente del lugar donde las personas duerman. Así, una pensión tendrá un coste de un euro, mientras que un hotel de cinco estrellas podría llegar a alcanzar ese máximo de 2,5 euros.
Qué busca paliar la tasa turística
La tasa turística vendría a intentar equilibrar los gastos que tiene Vigo (así como los que tienen otras ciudades que lo han aprobado) derivados de esas visitas, en compensación de los impuestos que pagan sus ciudadanos y para evitar una merma de las capacidades económicas del municipio. No en vano, este turismo, que Caballero definió como «de una enorme magnitud», vendría a pagar con esta suerte de impuesto algunos servicios de los que realmente disfrutan, aunque no los paguen porque son aquellos censados en la ciudad los que lo hacen.
«La ciudad tiene un inmenso y enorme turismo y tiene la necesidad de gastar en su atención y en la de la propia ciudad una cifra significativa. Esta tasa turística será una cooperación con el sostenimiento y el mantenimiento de Vigo y compensará el desgaste sobre la propia ciudad», concretó el alcalde, que recordó el uso y disfrute de dos eventos de la magnitud de la Reconquista o de O Marisquiño, de sonados conciertos o de la Navidad, cuya iluminación capta anualmente el interés de múltiples visitantes.
«Parece muy razonable que los visitantes, que tienen todas estas prestaciones gratuitas, hagan una contribución equivalente a tomar un café», considera el regidor de Vigo, que, además, destaca que esta tasa está «prácticamente generalizada en todas las grandes ciudades turísticas de España y de Europa».
De la mano de los empresarios
Esta tasa turística que el Ayuntamiento de Vigo desea implementar ha generado controversia en otros sitios con los empresarios locales, pero no así con los vigueses, reunidos a través de la Asociación de Hostelería de Vigo, que participa de la idea de que los visitantes deben ayudar a corregir el impacto que tiene en las arcas del consistorio lo que cuestan en infraestructuras, espacios públicos y recursos naturales. Esto es; si por sus visitas debe incrementarse la limpieza de las calles, la frecuencia de los transportes públicos o mantenerse o aumentar la recogida de basuras, lo suyo es que contribuyan y no todo el impacto de sus gastos recaiga sobre impuestos que pagan los lugareños.
