Esta etapa nos ha pillado a todos por sorpresa. De la mano de esta terrible situación encabezada por la pandemia, han llegado noticias desgarradoras en algunos círculos familiares. Y no es para menos. Sus seres queridos no podrán acompañarles más en esta andadura. Y esto es muy duro de asimilar para cualquier persona.
El rayismo se encuentra de luto. Dos fieles seguidores del conjunto franjirrojo nos han dejado hace pocos días, pero el cielo ha ganado dos auténticos guerreros que acompañarán a la franja por siempre.
“Me llevaste al Estadio con seis meses de vida, allá por 1984. Te estaré eternamente agradecido”.
Su nieto, Dani, nos ha deleitado con estas sublimes palabras. Gracias a su abuelo, él descubrió a la entidad franjirroja y compartió esta pasión con él durante muchos años. Bendita locura.
Muchos recuerdos se agolpan en su cabeza, junto a él. “Aún recuerdo cómo llegábamos al Estadio y me sentaba en una de las barandillas de la grada de la Albufera“, relata el joven aficionado. Era una persona muy enérgica, que vivía cada minuto del partido como si fuera el último, y así nos lo hizo saber con la siguiente anécdota:
“Aún recuerdo el día que el arbitró expulsó a Botella en el córner de la grada de Arroyo del Olivar y, mi abuelo, se levantó como un auténtico ‘hooligan’ a protestar la acción. No le reconocí”.
D. Tomás siempre acudía al Estadio con el periódico bajo el brazo, para leerlo en los descansos y, también, a modo de impermeable, para tapar a su nieto de las inclemencias metereológicas. Un objeto multiusos del que siempre hacía buen uso.
El rayismo ha estado muy presente en toda su vida. La ‘franjirroja’ le atravesó el pecho desde muy pequeño y ha estado ligado al club en los momentos más duros y gratificantes del conjunto vallecano.
Lágrimas, llantos, risas y demás sentimientos análogos le ha hecho experimentar el fútbol y, más concretamente, el Rayo Vallecano. El club franjirrojo ha marcado su vida hasta el pasado mes de Marzo. Una pasión que le ha acompañado de principio a fin.
Este transmitió la pasión por la franja a sus generaciones posteriores, sus valores y el sentir del barrio vallecano. No cabe duda de que es un auténtico referente para todos sus familiares y amigos. Su recuerdo será imborrable para la gente que verdaderamente le conocía. Descanse en paz.
“Mi padre fue siempre fiel seguidor del Rayo, su vida era el Rayo Vallecano”.
Este es el testimonio de Carmen, hija de Rubén Urbano, quién no pudo despedirse de su familiar por el período de confinamiento. Este se encontraba en el hospital y, por ende, no pudo llevarle el regalo que le había comprado para el día del padre. Un cojín franjirrojo que, por desgracia, nunca llegó a su destinatario.
La pasión franjirroja corría por sus venas. Desde los cinco años de edad, Rubén Urbano se asentó junto a su familia en uno de los pisos de la Calle Teniente Muñoz Díaz, que se encuentra en los aledaños del Estadio de Vallecas. A través de su ventana, apreciaba todos los partidos de ‘su’ Rayito, independientemente de si hiciera frío o calor. Este gritaba por la ventana y a todo pulmón los goles del conjunto franjirrojo. Un ‘loco’ de la franja.
No se perdía ningún partido. Pasó más de 35 años viendo cada partido desde su hogar. Después de casarse, se mudó de casa, pero no de edificio. Se instaló tan solo tres pisos más abajo, pero en el mismo edificio, para seguir viendo cada partido de la franja en primera línea.
Al cabo de unos años, se mudó, por desgracia, a otro barrio cercano, pero nunca dejó a ‘su’ Rayito de lado. Junto a su hijo, se abonó al Rayo Vallecano y, disfrutaba del equipo desde la Tribuna Alta Preferente. Ahora tenía unas mejores vistas de ‘su’ Rayito.
El día que Carmen, hija de Rubén Urbano, nació, este tampoco falló a su cita futbolera. Casualidades de la vida, el nacimiento de Carmen fue un domingo de 1989, por lo que el Rayo Vallecano disputó su partido liguero ante el Real Valladolid que, Rubén Urbano, contempló desde su ventana. Asimismo, el día que nació su hijo, David, aquel con el que siempre acudía al Estadio de Vallecas para ver a “su equipo”, le compró una mini-equipación rayista y le abonó desde el primer momento, para que así pudiera seguir sus pasos.
Rubén Urbano acudía al Estadio con toda la ilusión del mundo para ver a su equipo cada fin de semana. Tenía una memoria prodigiosa, pues se sabía el puesto de clasificación del Rayo Vallecano de todas las temporadas, las alineaciones de cualquier partido, así como obra y milagro de ‘sus’ jugadores. Este no se conformaba con una sola dosis de fútbol y, por eso, acudía a los recintos deportivos cada vez que podía para ver a las categorías inferiores del Rayo Vallecano y, también, al Rayo Femenino.
“Una noche, un gran amigo de mi padre, estaba en un bar cerca del Estadio de Vallecas, vio entrar al lugar a directivos y exjugadores del Rayo Vallecano. Rápidamente llamó a contárselo a mi padre que estaba en su casa tranquilamente y no dudó en acudir al sitio para poder verles. Estaban celebrando el 40 aniversario de la primera vez que el Rayo subió a Primera. Se hizo multitud de fotografías con ellos y compartió numerosos recuerdos de aquellos años, que ni ellos mismos se acordaban“, relata Carmen.
Rubén Urbano trabajaba con el ordenador a diario y, lo primero que hacía siempre, era meterse en la página web del Rayo Vallecano para repasar la actualidad de ‘su’ equipo y no perderse ningún detalle.
“Sonó la canción del Rayo de Ska-P en mi boda, sí“. Carmen se casó hace tiempo y preguntó a su padre alguna canción que quisiera que sonara en este acontecimiento tan especial de su hija. No lo dudó un momento. El sentimiento rayista se tiene que extender a cualquier circunstancia.
El último partido que Rubén Urbano disfrutó del Rayo Vallecano como visitante fue ante el CD Numancia, en Soria. El maldito día 22 de marzo, Rubén Urbano falleció a causa de una enfermedad crónica. “Había estado sedado e intumbado, pero cuando le despertaron, lo primero que hizo fue preguntar por la clasificación de Segunda División. Estaba deseando salir del hospital para poder volver a su vida normal. En la UCI, mi hermano David y yo le poníamos desde el móvil todas las páginas del Rayo para que estuviese informado“. manifiesta Carmen sobre su padre.
Un domingo amargo para este gran aficionado al balompié. Tocó decir adiós a este seguidor franjirrojo con todo el dolor de nuestro corazón. Este fue enterrado en la zona nueva del cementerio de Vallecas, justo enfrente de la Ciudad Deportiva del Rayo Vallecano. Sin duda alguna, un rayista hasta la médula.
“Encima de su tumba, no podía faltar su camiseta del Rayo. Y allá arriba, estoy convencida de que no se perderá ninguno de los partidos de su equipo“.
– Agradecer personalmente la colaboración de Dani, nieto de D.Tomás, Carmen, hija de Rubén Urbano y, por último, David, hijo de Rubén Urbano, por su disposición y colaboración para que se lleve a cabo este reportaje. –
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