Después del culebrón para la reapertura del Estadio de Vallecas, el regreso a las gradas de la afición no fue el sonado. Y no estamos hablando solo del 1-5 encajado por el Rayo sino por las condiciones en las que se produjo.
El partido arrancaba a las 13h con temperaturas superiores a 30º y en las zonas al sol eso se notó. Abundaban los asientos vacíos tanto en la zona del fondo como en la grada lateral baja de la Albufera. La gente buscó refugio en las zonas de sombra que se cotizaron más que nunca.
Después de más de un mes de fútbol, se esperaba en el Estadio de Vallecas una entrada mayor que la registrada frente al Sevilla (11.719 espectadores) y el rayismo no decepcionó. Esperábamos la confirmacion al descanso como suele suceder en cada partido desde hace años pero frente al Alavés no sucedió. Tuvimos que esperar a la Liga para conocer el dato provisional: 12.011 espectadores con unos 500 aficionados desplazados de Vitoria.
Pese a ser una buena entrada (83% del estadio) más de 2.000 socios del Rayo decidieron quedarse en casa ante la previsión de sufrir insolaciones o golpes de calor como sucedió a lo largo del partido con varias personas que fueron atendidas por personal sanitario. Numerosos rayistas denunciaron la situación en las redes sociales y es que en algunos momentos del partido se alcanzaron los 33º.
#RayoVallecano #TebasFascistaVeteYa #PresaVeteYa
Si no nos matan porque cae la grada, lo hacen poniendo en sept. un @RayoVallecano @Alaves a las 13h. Colas en WC para mojarse la cabeza, personas asistidas por golpes de calor…— Paco Rodríguez (@PacoRodriguezPz) September 22, 2018
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A las quejas por el intenso calor y lo inoportuno del horario hay que sumar las protestas que desde la zona de Bukaneros se lanzaron contra el presidente del Rayo por el cierre del estadio y la falta de mantenimiento del mismo. Varios espectadores se disfrazaron de obreros de la construcción para denunciar que “la directiva no pasa la ITE”.
A medida que fueron cayendo los goles del lado vitoriano, sobretodo tras el 1-4 parte de la afición rayista decidió buscar las sombras o, directamente, marcharse a casa. Una situación que no sentó demasiado bien a ciertos sectores de la hinchada.
