A veces el mejor estimulante para un equipo es una derrota. Ocurrió en Barcelona que el Espanyol, tras un ridículo en Copa del Rey de dimensiones cósmicas salió con a jugar ante el Rayo Vallecano con la energía de la vergüenza propia y durante buena parte del partido superó a una franja que siempre compite, pero esta vez lo hizo sin cartas.
La contracrónica

El nivel del partido, homologable al de su liga fue escaso , y el Rayo fue incrementando su nivel hasta que recibió el mazazo.
Como en el chiste de la partida de chirivito en la que el Rayo fue el pardillo el Espanyol sacó en la primera mano chirivito ante el estupor visitante, repitió jugada en la segunda mano y en la tercera Chavarría, avisado tras su error, sacó chirivito, Dolan chirivito doble y el árbitro, juguetón, señaló el punto de penalti mostrando «chirivito de color». El VAR corroboró la decisión y Roberto adelantó a los locales (1-0).
La «stamina» de los pericos pareció patrocinada por Ciripolen, «la viagra de las Hurdes» y el Rayo, antiguo partner de ese brebaje no pudo igualar en intensidad a un equipo, el de Manolo Gónzalez, presionante hasta lo violento .
Pérez volvió a su camiseta de manga corta tras la congeladora tarde en Ávila donde su equipo salvó la eliminación sobre la campana un par de veces y puso en la cancha a Álvaro García para de nuevo salvar la papeleta. Extraordinario en sus declaraciones y sus mensajes a plantilla y afición, Íñigo quemó las naves y logró que el equipo mantuviese el espíritu competitivo. La afición siente orgullo por unos jugadores, achicharrados que no se rinden nunca.
Unai López, ni atento ni avisado recibió la segunda amarilla al perder una pelota por no ver por el rabillo del ojo y el equipo franjirrojo hizo lo posible por no resentirse.
El Rayo pudo ser sentenciado tras el gol de Kike García pero el trencilla y el sistema de video-arbitraje dieron una vuelta de tuerca más a su espectáculo circense y perdidos en un naufragio de reglamentos, interpretaciones y películas varias no concedieron el gol con una imagen para la vergüenza.
Tyrhys Dolan, AKA Pepito Piscinas buscó el triple mortal con tirabuzón y el árbitro, harto le mandó a vestuarios tras una segunda tarjeta amarilla merecida. El Rayo con algo más de aire intentó igualar pero no pudo en un partido en el que la estrella fue el árbitro. El ramillete de jugadas en las que ni acertó ni fue corregido hizo que ambos equipos se sintieran, con razón, perjudicados.
Urge revisión del fútbol español. Producto flojito actualmente en la cancha a precio desorbitado. El Rayo mientras tanto resiste e intenta competir con una plantilla comprometida pero corta en efectivos de calidad en la banca. El mensaje de Íñigo es clave de cara a lo que viene, no hay escusa , toca disfrutar del privilegio de poder jugar los jueves por Europa. Dos mil personas lo dejaron claro en Bratislava. Sigan, sigan.
