El legado de Sandoval en el Rayo Vallecano brilla en cada reflexión que ha ofrecido recientemente en Offsiders. Desde sus humildes comienzos hasta su consagración como técnico de élite.
Sandoval un ejemplo de constancia y trabajo
Sandoval comenzó su camino ligado al fútbol como jugador, luchando por hacerse un hueco. Pero fue una lesión la que truncó su sueño: esa dolencia que le obligó a colgar las botas le abrió la puerta hacia otra vocación. No era fácil dejar de jugar, pero enseguida comprendió que entrenar sería su forma de seguir siendo parte del fútbol. Tal como él ha dicho: “Vine aquí por el proyecto, porque me entusiasma, y me he enamorado”, frase que no sólo aplica a su llegada al Rayo, sino a su entrega emocional al fútbol tras el golpe de la lesión.
Su etapa al frente del Rayo Vallecano B marcó un antes y un después. Allí, Sandoval pulió su carácter de formador, apostando por jugadores jóvenes, sobre todo de la cantera, para sacar adelante al equipo. Fue un tiempo de gestación, de aciertos modestos pero fundacionales. “Lo más complicado es convencer a los de ahí arriba… Mi apuesta con la familia fue sencilla, apostar por la gente joven, conseguir que antes o después haya seis o siete jugadores de la cantera en el primer equipo”, declaró al afrontar el reto en el filial. Con resultados esperanzadores, ese Rayo B comenzó a dar pasos firmes que justificaron la confianza depositada en Sandoval.
SandovalCuando la familia propietaria del club, Ruiz Mateos, le ofreció la opción de dirigir al primer equipo, Sandoval no dudó en demostrar que estaba preparado. Para lograr que le firmaran como entrenador, se apoyó en los éxitos del filial y en su visión deportiva. “Me contrató el Rayo para que no descendiera su filial a Preferente y cumplimos… Posteriormente, la familia Ruiz Mateos confió en mí en un año de transición”, dijo, señalando cómo la conjunción de humildad, resultados y ambición le permitió dar el salto. También ha reconocido que acabar la etapa en Primera “ha sido un sueño”, pues venir “de Tercera y terminar en Primera es un sueño” para cualquiera que empieza de abajo, como él.
Quizá una de las partes más difíciles de su relato sea el contraste entre la pasión de la hinchada y los problemas económicos que azotaron al club. Sandoval ha subrayado lo que significaba para los jugadores y para él mismo sentir el apoyo del público, aun en momentos de crisis. Al mismo tiempo, ha sido muy claro respecto a los impagos: equipos sin cobrar, incertidumbre, reuniones periódicas para decidir si salir a entrenar o hacer algo más visible.
Sandoval“Nos decían que o subíamos o el club desaparecía”, han relatado jugadores bajo su mando, y Sandoval ha recordado que esos días “salir a entrenar y jugar cada fin de semana era nuestro cable a tierra para olvidarnos de todo lo que venía pasando”. Durante este período Sandoval cuenta una anécdota que nunca olvidara, el contexto es el Rayo había perdido un partido y a la llegada a Vallecas, cito textualmente “Había como 300 aficionados para ayudarnos a bajar las maletas del autobús”, algo que como entrenador te choca y dice mucho de la relación club afición.
Tras su despedida del Rayo, Sandoval continuó su periplo como entrenador en varios clubes, enfrentando nuevos retos, nuevas realidades, pero siempre con la misma identidad que forjó en Vallecas. A día de hoy sigue siendo valorado por lo que dejó en el Rayo, tanto deportiva como emocionalmente. Aunque sus caminos se han bifurcado, Sandoval ha manifestado que su etapa en Vallecas le hizo “prácticamente… un hombre en el mundo del fútbol”.
