Será complicado vivir una gira más rara e insulsa que esta. Pueden imaginarse, por tanto, que la mejor noticia es que al fin, acabó. La Franja dejó una de cal (ganó al Galata) y otra de arena (perdió ante el Fenerbahçe) en Turquía. Volvió a España para empatar ante la Real Sociedad (1-1) en un partido anunciado con 48 horas de antelación. Y voló a Newcastle con ganas de volver cuanto antes. Se notó porque si hay un equipo al que se le repara cuando no va al 100%, es al de Iraola, bandera de la intensidad y el coraje. Ni rastro de ese equipo, que se ha reservado durante estas semanas para el cruce copero ante el Atlético Saguntino (este miércoles, a las 19:00h; se podrá seguir por Movistar). Como guinda, nada. Un partido insípido en el nido de las Urracas. Mero trámite.
Podía servir el tour mundialista, al menos, para ver el primer zarpazo de RdT tras su regreso. Pero ni eso. Volvió a tenerlas de varios colores el 25, al que el ímpetu le sigue sobrando, pero la pólvora escaseando. Era el segundo 90 de partido cuando el Newcastle yerró -de manera casi criminal- en una salida de balón, provocando que el balón le cayera al killer botando dentro del área. Tal vez en otras circunstancias habría optado por una volea durísima, de las que hunden al portero y parten la red. Pero esta vez… la ocurrencia fue un intento de vaselina que acabó en agua. Poco después tuvo otra el Santa Inés: Trejo también buscó la vaselina y se quedó a centímetros que regalarle el gol a Catena. Vaya comienzo. Trepidante.
Pero no se piensen lo que no es. Porque el Rayo, en el minuto 4, desapareció. Fue un trampantojo. Y el primer gol, digno de una pachanga entre amigos. Si esto les suena a hipérbole, traten de buscarlo y juzguen por su cuenta: la intensidad de los dos equipos resultó hasta anecdótica. La jugada se cocinó a través de un centro desde la derecha, la zaga del Rayo despejó al costado y sin apenas presión, Longstaff se vio totalmente solo dentro del área. Armó la diestra, disparó alto y superó a Dimitrievski, lento para llegar al obús. Apenas hubo celebración. La Franja apenas volvió a pisar campo rival en toda la primera parte; el Newcastle, por su parte, se lo pasó bien con los gambeteos de Saint-Maximin y Willock. Pero tampoco afilaron su machete.
Entró el partido en una fase de somnolencia aguda. RdT estuvo especialmente errático -fallón en los controles y poco vertical-, mientras que Isi y Álvaro García circularon a pocos kilómetros por hora. Un resumen simple y al pie: ante todo, que no haya lesiones. Buena noticia: no las hubo. Pero la consecuencia fue una segunda parte translúcida, de las que no pasarán a la historia. Iraola dio entrada a Fran García, Comesaña y Camello de una tacada, recuperando parte del timón y nada de los cañones. Así, y casi más por estar rondando la zona que por estar asediando, las Urracas se encontraron un penalti de Mumin: asumió la responsabilidad Chris Wood, que anotó con el interior por la izquierda. Le pegó con tal tranquilidad, que pareciese un entrenamiento.
Los presentes -hubo muy buena entrada-, al menos disfrutaron del regreso de Lejeune, al que dedicaron una notable ovación cuando entró. Tras pagar 10 millones al Eibar por su fichaje, jugó 46 partidos con el Newcastle (3.875 minutos; marcó dos goles), de donde acabó saliendo cedido al Alavés. Se le guarda cariño. Y Vallecas se lo tendrá a Matt Target, central de los ingleses que protagonizó el autogol más surrealista del mes: Álvaro García puso un centro raso y él, en una situación aparentemente cómoda, se lanzó al suelo y lo empujó a su portería. You’re welcome. No pudo haber un final más representativo para una gira menos icónica. Hasta aquí la pretemporada del Rayo en plena temporada. Cuatro partidos que han permitido mantener el ritmo y afrontar con totales garantías la visita este miércoles al Atlético Saguntino (19:00 horas). Cuando volverá la locura de la Copa. La -bendita- normalidad.
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